Ver las fotos: https://photos.app.goo.gl/B4ZuzTjdaZAX7Suz7
Del 1 al 4 de mayo, en Francia, 64 miembros de los grupos de Asunción Juntos de las provincias de España, Francia y Europa tuvimos la enorme suerte de poder vivir la experiencia de hacer tras las huellas de María Eugenia.
Aunque la mayoría no nos conocíamos y hablábamos lenguas diferentes al llegar a la Casa Madre la sensación era de llegar a nuestra casa y no estar entre desconocidos. Desde el principio los sentimientosnos invadieron y nos llenaron por completo. Sentimiento de paz y sosiego al entrar en la capilla y poder estar junto a Madre María Eugenia donde hemos podido disfrutar momentos íntimos de oración. Nos sentimos emocionadas al ver con el cariño que las hermanas custodian y cuidan el patrimonio que Madre María Eugenia nos dejó.
Al llegar a Preisch nos invadió la alegría de poder pasear por el inmenso jardín donde correría feliz junto a sus hermanos y su querida amiga. No podemos olvidar el encuentro con Santa María Magdalena (estatua que se encuentra en este jardín) para nosotras ha sido un descubrimiento el texto que escribió Madre María Eugenia resaltando el amor y la humildad.
Caminar por las calles de Metz y de París conociendo los lugares donde vivió ha sido realmente
“seguir sus huellas”.
Al entrar en Sainte Ségolenè nuestros ojos se llenaron de lágrimas y nos envolvió una paz que no podemos describir, poder rezar donde ella sintió por primera vez la presencia de Dios nos hizo sentir muy cerca de Dios y de Madre María Eugenia.
Y qué decir de la entrada en Notre Dame, reviviendo los momentos donde Madre María Eugenia supoescuchar lo que el Señor quería contarle y descubrir que quería conocerlo y amarlo tanto como lo hizo Santa María Magdalena. Donde entendió cuál era la misión que Él le encomendaba y donde acudía para seguirllenándose de Dios cuando sentía que las fuerzas le faltaban sabiendo que solo Él podía sostenerla.
Sentimos una inmensa gratitud por el don de la fe, por la vida de Madre María Eugenia, por todas las hermanas que siguen trabajando por la extensión del Reino y por todas las personas que han dedicado su tiempo y su trabajo para hacer posible que este sueño se haga realidad.
Gracias por las personas los “ángeles” como los llamamos que han sido “mis ojos” en estos días pudiendo vivirlos de una forma muy especial. Mil gracias por todo.
Después de estos cuatro días de vivencias compartidas donde no han faltado las risas, volvemos cada uno a nuestro lugar de destino, a la realidad que nos toca vivir, con la alegría de saber que formamos parte de una gran familia “la familia Asunción” y de que Santa María Eugenia intercede por nosotros para que sea la Luz de Cristo resucitado la que ilumine nuestro camino.
Enri y Rosa de la Comunidad de Asunción Juntos Dalías
¡Los testimonios se siguen sucediendo! ¡María Eugenia no deja indiferente!
“¡Emoción! sin duda la palabra que definiría esta experiencia que ha sido un auténtico regalo.Emoción, transitar por los lugares donde vivió y creció y la importancia de cada uno de ellos a lo largo de su vida, Preisch, Sainte-Ségolène, Metz, Reims, calle Ferou, Saint Sulpice, Notre Dame.Todo un privilegio, compartir Eucaristías, rezos, cantos en los distintos idiomas, experimentando lo que significa la palabra juntos. Como no podría ser de otra forma compartir risas y conversaciones como de una gran familia Asunción. Enhorabuena y mil gracias a la organización que con tanto cariño y esfuerzo lo han preparado”. Pepa Hernández - El Palo.
"Aún con el corazón emocionado, es verdad, así me siento. ¡Sigue la emoción!Para mí ha sido otra vez esa sensación de "estar en casa". Llegar a la calle y ver la foto de María Eugenia, ya hace que palpite el corazón. Lo primero es ir al Santuario, tuve la gran suerte también de alojarme detrás de la capilla, con lo cual he pasado muchos ratos a solas con María Eugenia, ese silencio, esas velas puestas con la gran ilusión de su intercesión. La suerte de estar allí, y llevar mi corazón y el de otras personas que necesitaban su consuelo, su escucha como solo Ella sabe hacer.
¡Mi pertenencia a la Asunción es de lo mejor que me ha pasado en la vida! He reído como hacía tiempo que no lo hacía. He podido conocer a otras personas que ha sido muy gratificante estar con ellas. Volver a la casa donde nació, donde vivió, donde empezó a sentir qué haría. Ha sido otra muestra de cómo Ella me coje la mano para seguir. Se me saltaban las lágrimas en la misa en Metz, qué homilía tan emotiva del Obispo (me traducía Véronique sino no hubiera entendido). Emotivo también estar en Notre Dame, ¡qué maravilla! Estar en la tercera fila viendo el altar donde están depositadas las reliquias de María Eugenia. Es lo que hemos visto en televisión y ahora ver el altar ¡tan cerquita! Mirar la Piedad resplandeciente con la Cruz Dorada y la Virgen de Notre Dame con Jesús niño. Gracias, gracias y gracias por tanta emoción, alegría, risas, oración, canción y amistad. ¡Ojalá se repita y pueda volver de nuevo! Mi gratitud a quienes han hecho posible esta peregrinación y sentirme Familia Asunción.” Juana Rubio - Vallecas.
“Después de estos días "tras las huellas de Santa María Eugenia" he sentido que la vida es una peregrinación continua, cada uno realiza un camino y ella fue un testimonio de peregrinación espiritual y de acción social. Orar y servir. Desde pequeña afrontó momentos difíciles de cambios, confiando primero en sus padres y en Dios después de su encuentro con el Señor. Supo escuchar y discernir lo que Dios le pedía. Quiso situar a la mujer en un lugar destacado, preparada y formada para desenvolverse en el mundo. Ahora quiero valorar más las pequeñas cosas, mantenerme en oración y ayudar a quienes me rodean. La peregrinación además de ser un acto de devoción por llevarnos a reconocer a Dios en nuestras vidas, como María Eugenia, ha sido también una lección de humildad y esperanza”. Verónica Conejo – Pedregalejo
“Para mí fue la primera vez en un encuentro así, ¡¡ojalá!! no sea el único. Me cuesta relacionarme porque soy un poco vergonzosa. Pero la acogida que nos han hecho Véronique, Hélène, Mercedes y todas las hermanas en Auteuil. Los jardines, la capilla en todo lo que nos rodeaba sentías que nos acompañaba María Eugenia. La capilla, entras y sientes la acogida, la paz, la tranquilidad, el rezar. ¡Se siente todo! La visita a Preisch, yo con cada explicación, la veía correr, saltar, reír, estaba feliz. La catedral de Metz, donde iba a rezar, impresionante, la iglesia Sainte Ségolène, donde hizo la primera comunión, donde sintió que iba a seguir a Dios. A mí todo esto, me ha llegado al corazón, a pensar, en todos los valores que enseñaba y que la Asunción sigue transmitiendo, acogiendo a la gente, da igual la raza, el color, la lengua, todos somos uno, aprendemos unos de otros, eso es lo que a María Eugenia le gusta. Conclusión, yo he sentido mucha paz, tranquilidad, mucha acogida, y sobre todo sentir que María Eugenia estaba conmigo, me ha hecho desconectar de todo, cuando nunca lo he conseguido. Mi corazón queda lleno de agradecimiento”. María Jesús Merino – Madrid.
“Preciosos días de convivencia, compartir y disfrutar de todos los momentos de oración, ocio y reflexión en tan buena compañía. Una experiencia que quedará en el recuerdo para siempre. Muy agradecida por todo lo vivido Tras las huellas de María Eugenia”. Magdalena Alonso – León.
“Tras las huellas de María Eugenia”
Este título encierra todo el sentido que doy a la palabra "peregrinación": caminar tras las huellas de…
El sentido latino de la palabra peregrinación significa: "el deseo de viajar lejos, el viajero deja atrás su hogar para emprender un camino que lo llevará a otro lugar; la peregrinación es, en realidad, un viaje hacia el interior de uno mismo.”
Todas estas dimensiones estuvieron muy presentes para mí durante estos días.
Pensaba que conocía a María Eugenia, pero gracias a este camino he vibrado con lo que ella pudo sentir, descubrir, sufrir, aceptar y compartir. Se puede decir que la figura de María Eugenia, más allá de los escritos que hemos descubierto y analizado durante años, se ha encarnado.
Siento profundamente que una persona forma parte de mi vida y, sobre todo, me acompaña y me da un conocimiento mayor de lo que significa: "Asunción juntas/os.” ¿Me atrevería a decir que esta peregrinación tuvo algo de mágico? Sí, la palabra no es exagerada.
Cuando 70 personas se encuentran con diferencias lingüísticas, culturales y de carácter, pero se da una armonía sin choques ni malhumores, sino al contrario, en la alegría, la serenidad y el compartir, y cuando logramos entendernos con una sonrisa o un gesto de atención hacia el otro, sí, eso es más que mágico, eso es casi un milagro.
En lo que a mí respecta, esta peregrinación respondía a la esperanza que quería descubrir a través de esta experiencia, porque hubo un equilibrio (gracias a las organizadoras) entre el objetivo inicial —“encontrarse con María Eugenia”— con un apoyo de calidad como fue el cuaderno preparado con esmero, y el descubrimiento de los lugares de su vida, marcados por pausas de oración. Fue algo fuerte y conmovedor.
Preisch me conmovió mucho por su entorno natural exuberante: caminar por ese vasto lugar, contemplar, era una oración más allá de las palabras. Fue en ese lugar donde sentí mayor armonía y una especie de simbiosis con María Eugenia. Atrevida, Véronique se anima a hacer sonar la campana de la pequeña capilla donde fue bautizada María Eugenia; estaba muy emocionada por ese gesto.
Entre la cultura artística —¿qué pensará María Eugenia del poema de Arthur Rimbaud, "El barco ebrio", que está inscrito en la pared frente a la primera comunidad en la calle Ferou? Seguramente sonríe— y el espacio para el encuentro con los demás peregrinos —pienso en esos trayectos en autobús donde mi compañera de asiento me compartió la gran fractura de su vida y cómo intenta afrontarla— se crearon lazos espontáneos pero fraternales. El equilibrio fue perfecto entre los momentos compartidos, los tiempos de oración comunitaria y los espacios para la oración personal y la meditación. Se respetó la libertad de cada persona.
También hubo espacio para la recreación: momentos de descanso, velada festiva, comida en una crepería, picnic, sabores de los países compartidos.
En conclusión, regresé más enriquecida, entusiasta, con la mente y el corazón llenos de proyectos —un poco de locura también—, pero convencida de que no debemos detenernos en lo vivido, sino que debe ser un trampolín para la vida.
Asunción siempre ha resonado con alegría en mi vida, y ahora más que nunca. Regreso con pasos que dar en un camino de fe, llamada incansablemente a descubrir y profundizar esa fe, a acoger al otro que está y estará en mi camino de vida. Gracias, hermanas, gracias, amigas/os, por estar presentes.
“TODO EL ESPÍRITU DE LA ASUNCIÓN LLEVA A UN DESAPEGO ALEGRE DE LAS COSAS TERRENAS, A LA DISPOSICIÓN DE ELEVARSE POR ENCIMA DE LAS PENAS Y LAS DIFICULTADES, SIN DETENERSE EN LAS QUEJAS, SIN PERDER EN ELLAS EL TIEMPO…” — M.E.
Francine (Bélgica)