En el Adviento de 1882, Madre María Eugenia compartió un mensaje que sigue iluminando nuestras vidas hoy. En este tiempo de preparación, nos invita a abrir el corazón al reinado de Jesucristo, tanto en nuestra vida personal como en la sociedad.
Ella nos recuerda que el Adviento no es solo la memoria de la espera de los patriarcas y profetas, sino un llamado actual a desear profundamente la venida de Jesús: “Adveniat regnum tuum” (Que venga tu Reino). Nos exhorta a pedir con fe y fervor que ese reino se establezca plenamente en nosotros y en el mundo.
María Eugenia destaca tres dimensiones esenciales de este reinado:
El reino social de Dios: Nos invita a no desanimarnos frente a las dificultades del mundo actual. Con ejemplos históricos como la fe perseverante de los cristianos en tiempos de persecución, nos anima a clamar con esperanza: “Ven con tu mansedumbre que convierte, con tu poder que subyuga; ven con el esplendor de tu doctrina y de tu verdad; ven, ilumina el mundo; ven y sálvanos.”
El reino de Cristo en nosotros: Nos interpela a reflexionar si el reinado de Jesús está completamente establecido en nuestras vidas. Nos llama a pedir que Él sea cada vez más nuestro Maestro, Salvador y Esposo, y que todo en nuestra vida —nuestro trabajo, nuestras palabras y nuestras acciones— refleje su presencia. Como dijo San Juan Bautista: “Es necesario que Él crezca y que yo disminuya” (Jn 3, 30).
El reino social a través de la educación: Madre María Eugenia subraya la importancia de nuestra labor educativa como un medio para formar familias cristianas: “Si por la educación conseguimos formar primero hijas cristianas, después mujeres y familias cristianas, ¿no habremos contribuido al reino social de Jesucristo?” Este trabajo, aunque parezca pequeño, tiene el poder de transformar generaciones y construir una sociedad más cristiana.
Finalmente, nos llama a vivir este tiempo de Adviento con oración ferviente, un deseo ardiente y un compromiso renovado: “Tratemos de adquirir durante este Adviento un gran fervor de deseos, de fe, de oración.”
Hoy, como entonces, Madre María Eugenia nos invita a ser testigos del Reino de Cristo y a trabajar con esperanza y amor para que su luz ilumine nuestras vidas y nuestro mundo.
Si quieres leer todo el texto, pincha en este enlace: Adviento, 3 de diciembre de 1882.