En el marco del Jubileo del Mundo Educativo, el Papa León XIV se encontró con educadores de todo el mundo, compartiendo un mensaje inspirador. Dirigiéndose a quienes dedican su vida a la formación de niños, jóvenes y adultos, el Papa destacó la importancia de la educación centrada en la persona, más allá de aulas, bibliotecas y tecnologías.
Cuatro palabras guiaron su discurso: interioridad, unidad, amor y alegría.
Interioridad: El verdadero maestro está dentro, nos recuerda San Agustín. Enseñar no es solo transmitir conocimientos; es acompañar a cada estudiante en su encuentro con la verdad y consigo mismo.
Unidad: Aprender y educar es caminar juntos, en comunión, reconociendo que nuestro ser no nos pertenece solo a nosotros, sino a la comunidad.
Amor: Compartir la enseñanza sin amor es insuficiente. El Papa subraya que educar es un acto de cuidado, atención y apertura hacia los más frágiles.
Alegría: La educación verdadera despierta sonrisas en el alma, es humana y cercana, capaz de encender la pasión por aprender y por la vida.
Este discurso es una invitación a repensar nuestra misión educativa, recordando que enseñar no es solo formar mentes, sino transformar corazones y comunidades.
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