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Día Mundial de la Alimentación: fe y justicia alimentaria desde la Asunción

D eventJueves, 06 Noviembre 2025

La alimentación mundial está marcada por una inseguridad persistente y por grandes desigualdades en todas las regiones. Las causas de esta inseguridad son múltiples: el cambio climático, la inflación, las guerras, los conflictos y la pobreza. El acceso a alimentos de calidad es limitado. La sobrepoblación obliga a muchos a comer para sobrevivir, y no para vivir plenamente.

El hambre y la malnutrición agravan esta inseguridad alimentaria y exponen al ser humano a un doble problema: en los países más ricos aumenta la obesidad debido a dietas demasiado calóricas, mientras que en los niños la malnutrición provoca retraso en el crecimiento y emaciación. La proliferación de alimentos ultraprocesados, ricos en azúcar, grasas y sal, favorece la obesidad y las enfermedades crónicas. Aunque la producción mundial es suficiente, su distribución desigual afecta a todo el planeta.

La agricultura desempeña un papel esencial. La agricultura intensiva incrementa la producción, pero tiene efectos negativos sobre la salud y el medioambiente por el uso de pesticidas y fertilizantes químicos. En cambio, la agricultura de subsistencia sufre de bajos rendimientos.

Promover una agricultura sostenible significa garantizar la seguridad alimentaria, erradicar el hambre y mejorar la nutrición. A nivel global, implica asegurar el acceso duradero a una alimentación sana y suficiente; eliminar todas las formas de malnutrición; duplicar la productividad de los pequeños productores; asegurar la viabilidad de los sistemas alimentarios; e impulsar infraestructuras rurales y mercados justos.

También supone fomentar técnicas agrícolas inteligentes frente al clima, restaurar tierras degradadas mediante compost y no productos químicos, desarrollar cultivos más resilientes y nutritivos, y mejorar el almacenamiento y transporte de los alimentos para reducir pérdidas.

El compromiso con la justicia, la paz y el respeto de la creación forma parte inseparable de la misión educativa y de la visión de transformación social de las Religiosas de la Asunción, así como de las implicaciones sociales del Evangelio.

Trabajar por la justicia alimentaria significa, para la Asunción, despertar en nuestro entorno un sentido profundo de responsabilidad hacia el planeta. Para Marie Eugénie, la tierra no es solo lugar de gloria para Dios, sino una carta que Él nos dirige. La calidad de nuestra vida depende más de la calidad de nuestras relaciones que de la cantidad de bienes o alimentos que consumimos.

Comprender y amar la tierra implica reconocer que Dios, bien infinito, se da y se difunde como la luz del sol. Nuestra alma fue creada a su imagen, nuestra inteligencia hecha para llenarse de su conocimiento, y nuestro cuerpo para cumplir una misión en este mundo.

Desde el principio, cuando Dios colocó al hombre en el jardín del Edén, fue para que lo cultivara y lo cuidara (Gn 2,15). Las cosas creadas fueron puestas a disposición del ser humano para su bien, pero también para conducirlo hacia Dios. Usarlas con sabiduría y no con abuso es signo de fe y de justicia alimentaria para todos.

La gratitud y la benevolencia son actitudes esenciales hacia Dios. Debemos usar sin abusar de los recursos de la creación, vivir con sencillez, compartir con los demás y buscar el equilibrio. En África se dice: “si hay para uno, hay para dos”. Compartir lo que tenemos es también una forma de justicia.

En tiempos de Marie Eugénie, el huerto y el vergel eran lugares esenciales para las hermanas. Se valoraban los productos naturales, los remedios a base de plantas y la conservación de los alimentos. Ella misma recomendaba preparar mermeladas caseras y cuidar los cultivos, no por placer sino por salud y bienestar.

La alimentación no se limita a frutas y verduras: incluye también carne y aves. Marie Eugénie aprobaba tener un establo y un gallinero, siempre que se mantuvieran limpios y sanos. Cuidar de los animales que alimentan al ser humano es cuidar de la propia salud. Agradezcamos a Dios por su bondad y por la belleza de la creación, y cuidemos los recursos naturales para las generaciones presentes y futuras.

Al celebrar este Día Mundial de la Alimentación, avancemos hacia un desarrollo sostenible y soñemos con un mundo sin hambre: con cero niños desnutridos, con acceso universal a una dieta adecuada y con sistemas agroalimentarios sostenibles. Reducir el desperdicio, mejorar la conservación y usar la alimentación como medio de transformación social y educativa fortalecerá la resiliencia de comunidades en todo el mundo.

Comer bien y de manera suficiente son los grandes desafíos de nuestro tiempo.

 

Hermana Solange Immaculée KUETCHE MAGNE

Provincia de África Central