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Jueves Santo Una espiritualidad del amor, del servicio y de la comunión, a la luz de la espiritualidad de la Asunción y de Santa María Eugenia de Jesús

J eventMartes, 22 Abril 2025

Jueves Santo Una espiritualidad del amor, del servicio y de la comunión, a la luz de la espiritualidad de la Asunción y de Santa María Eugenia de Jesús

La Última Cena y el espíritu de familia: una comunidad unida en el amor

«Haced esto en memoria mía». – Lucas 22,19 El Jueves Santo es, ante todo, el día en que Jesús, al reunir a sus discípulos para celebrar la Pascua, instituye la Eucaristía. Este gesto fundacional es mucho más que un rito: es el acto de un Dios que se entrega por completo y que desea la unidad de quienes le siguen. Jesús crea una comunidad eucarística, unida en el amor, alimentada por su presencia real. En la espiritualidad de la Asunción, esta comunidad se encarna en el espíritu de familia, tan querido por Santa María Eugenia. La Eucaristía no se vive solo como un sacramento, sino como el centro de la vida comunitaria, el lugar donde cada uno aprende a recibir de los demás y a darse a los demás. «Vosotros sois el cuerpo de Cristo; debéis amaros los unos a los otros para depender de Jesucristo». – Santa María Eugenia citando a San Agustín, 20 de agosto de 1886. En las comunidades educativas, esto se vive a través de la fraternidad, la oración compartida, la escucha y la colaboración, creando una atmósfera donde el amor se convierte en fermento de unidad.

El lavatorio de los pies y la pedagogía del amor: el servicio como entrega de sí

«Debéis lavaros los pies unos a otros». – Juan 13,14 El lavatorio de los pies es un gesto impactante. Jesús invierte los roles sociales, desarma las lógicas del poder. Él, el Hijo de Dios, se arrodilla ante los suyos. Este gesto no es opcional: es un mandato del corazón, una invitación a vivir el servicio como forma de entrega total. Santa María Eugenia integró profundamente esta visión en su pedagogía: «Subir sobre las alas de la adoración hasta el trono de Dios, y luego descender hacia el prójimo con el celo, para llevarle santidad y luz, y ayudarle a glorificar a Dios a su vez, ése es, hermanas mías, el fruto de la santa comunión». – Santa María Eugenia, 5 de junio de 1885. En la vida religiosa, el servicio humilde se convierte en una escuela de transformación personal: llama a salir de uno mismo, a amar de forma concreta, en las tareas ocultas, en las responsabilidades compartidas, en la atención a las necesidades de cada uno. A la escuela de Jesús, y en el espíritu de la Asunción, servir es educar con el corazón, olvidándose de sí para que el otro crezca.

La Eucaristía como don supremo: el amor hasta el extremo

«Esto es mi cuerpo, entregado por vosotros». – Lucas 22,19 El Jueves Santo revela la intensidad del amor de Jesús: un amor que llega hasta el final, hasta el extremo de la entrega. Al instituir la Eucaristía, anticipa la Cruz, se entrega por completo. Este don no es simbólico: es real, total, permanente. Este misterio está en el centro de la espiritualidad de la Asunción. La Eucaristía no es un rito aislado, sino una llamada a vivir nosotros mismos como eucaristías vivientes, entregándonos día tras día a nuestros hermanos y hermanas. «¿Qué corazón, al comprender que Jesucristo ha sufrido por él, no querría devolverle toda la generosidad de la que es capaz? Para ello, hermanas mías, ¿qué hay que hacer? Hay que darse. En realidad, toda la cuestión de la vida religiosa está ahí: darse, volver a darse sin cesar». – Santa María Eugenia, 25 de marzo de 1881. Amar hasta el extremo es perdonar incansablemente, dar sin medida, perseverar en la fidelidad. Es en la Eucaristía donde el religioso, el educador, el padre o madre de familia, o el joven, encuentran la fuerza para amar con verdad.

Jesús se hace servidor: una vocación a la humildad y a la cercanía

«El más grande entre vosotros será vuestro servidor». – Mateo 23,11 En el gesto del lavatorio de los pies descubrimos la humildad activa de Jesús. No se limita a predicar el amor: lo vive en los gestos más sencillos. Toca los pies polvorientos de sus amigos, entra en su humanidad. Es una lección de vocación: estamos llamados a la cercanía, a la escucha, a la delicadeza. Santa María Eugenia invita a sus hijas a no colocarse nunca por encima de los demás, sino a descender hacia los más pequeños, los más pobres, los más olvidados. «Jesucristo tomó para sí la parte más dura, el cáliz más amargo, el abandono más extremo. Sea cual sea la forma en la que os llame a seguirle, emplead toda la vida en dejar la tierra, en amar a Dios, en amar al prójimo». – Santa María Eugenia, 21 de abril de 1878. Donde el mundo busca la grandeza, el cristiano busca la verdad del corazón humilde. En nuestras relaciones, nuestros compromisos, nuestras responsabilidades, estamos llamados a ser servidores según el corazón de Cristo.

La noche de Getsemaní: la oración en la prueba, la fidelidad en la noche

«Velad y orad conmigo». – Mateo 26,38 La noche de Getsemaní es la de la soledad, del miedo, del sudor de sangre. Jesús vive la angustia del sufrimiento que se aproxima. Y sin embargo, en esa oscuridad, ora, persevera, se entrega. También en nuestra vida existen noches de Getsemaní: fracasos, incomprensiones, duelos, agotamiento. Es en esos momentos donde la oración se convierte en refugio y fuerza. «¿Por qué no quieres pasar por esta noche dolorosa y oscura por la que Jesucristo pasó primero? Él estará cerca de ti para actuar y luchar contigo». – Santa María Eugenia, 12 de marzo de 1876. Esa noche no es estéril: prepara la Resurrección. Getsemaní nos enseña a no huir de las cruces, sino a llevarlas con confianza. En la educación, en la vida comunitaria, en las luchas sociales o personales, la oración se convierte en resistencia de amor.

Convertirse en memoria viva del Jueves Santo

El Jueves Santo nos enseña que Cristo no quiere únicamente que celebremos su amor: quiere que lo vivamos. Nos llama a:

  • Vivir la unidad en nuestras comunidades, como en la Última Cena.

  • Servir con amor, como en el lavatorio de los pies.

  • Entregarnos hasta el final, como en la Eucaristía.

  • Orar fielmente en la prueba, como en Getsemaní.

En la espiritualidad de la Asunción, esto significa hacer de toda nuestra vida un “sí” eucarístico, una ofrenda alegre y fiel. «Volved a daros sin cesar. Daos en la misa, en la comunión, en unión con Jesucristo que se da a vosotros». – Santa María Eugenia, 25 de marzo de 1881.

Sor Yvonne Marie Faustine Nyirabazirorera  Provincia de Ruanda-Chad