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La conversión ecológica en tiempos de pandemia

L eventMiércoles, 03 Julio 2024

Original: Francés

Las consecuencias económicas y sociales de la crisis del Covid 19 son a menudo dramáticas. En Francia, por ejemplo, el 2020 habrá experimentado un aumento de casi un millón de desempleados.  Uno de cada tres franceses ha visto cómo sus ingresos descienden bruscamente.  Además, el aislamiento forzoso de muchas personas mayores y de otras personas vulnerables, ha llevado igualmente al aumento del sufrimiento sicológico.

A los ojos de algunos economistas, empresarios y políticos, el principal objetivo debe ser la recuperación económica, con el fin de contribuir a la creación de empleos y al fin de la pobreza extrema. Un tal razonamiento es insuficiente porque corre el riesgo de dejar de lado la reflexión sobre la raíz de las asuntos ecológicos y sociales.  La crisis sanitaria es ya una catástrofe, pero sería una doble catástrofe si no condujera a sacar lecciones de nuestros modelos económicos y de nuestros insostenibles estilos de vida.

Los expertos se debaten sobre la relación existente entre la crisis del COVID 19 y la crisis ecológica.  Las vinculaciones entre la pérdida de biodiversidad, la sobreexplotación de la agricultura, incluyendo la ganadería intensiva y las enfermedades infecciosas.  En cualquier caso, la crisis actual cuestiona nuestras maneras de producir, de desplazarnos, de consumir, de vivir. Pone en relieve nuestras vulnerabilidades individuales y colectivas y nos llama a nuevas solidaridades.

Desde este punto de vista, la crisis puede constituir, o no, un trampolín para la conversión ecológica.  Es este cuestionamiento y esta experiencia lo que buscamos vivir en el marco del proyecto del Campus de Transición, situado en los terrenos de Forges, que la Asunción a puesto a la disposición y, donde yo comparto con veinte jóvenes profesionales.[1]

El Campus es un lugar de formación, de investigación y de experimentación de la Transición ecológica, social, económica, cultural y ciudadana. Es un espacio no confesional, abierto a la dimensión espiritual y en consonancia con los análisis del Papa Francisco en” Laudato Si”.

En este proyecto estamos experimentando las cuatro dimensiones de la conversión ecológica, que son también cuatro formas de orientarnos de manera positiva en un mundo complejo e incierto.[2]

La primera dimensión es la búsqueda de coherencia: buscamos reducir nuestra huella ecológica y esto nos lleva a opciones en temas de calefacción, de movilidad, de alimentación, de consumo, de ocio. Lo que puede unirse a nuestras búsquedas comunitarias por limitar nuestros viajes en avión, aprovechar el agua de lluvia, cuando es posible, aislar nuestras habitaciones para consumir menos energía, evitar comprar comidas congeladas, consumir jabón en lugar de gel de ducha, etc.  Una gran creatividad es posible, y, mi experiencia, es la de ser muy estimulada y alentada por otros más avanzados que yo en algunos aspectos.

La segunda es la relación entre lo individual y lo colectivo: nuestras decisiones personales han de vincularse con un diagnóstico más amplio que implica tratar de resolver los problemas estructurales y sistémicos; buscamos cambiar nuestra forma de vida, y también reflexionar con los estudiantes y los profesionales que vienen a formarse, sobre maneras de actuar a diferentes niveles, de contribuir con una transformación de proyectos empresariales, políticas públicas, etc. Esto se conecta con nuestras misiones apostólicas, en nuestras escuelas, con estudiantes, familias, personas en situaciones precarias: podemos ayudar a actuar sobre las raíces de los problemas y las injusticias, formándonos con otros y favoreciendo experiencias educativas, desarrollando diversas solidaridades y contribuyendo a ciertas acciones de promoción.

La tercera dimensión es el cuidado de la calidad de relaciones tanto con nosotros mismos como con los otros, con la naturaleza y con Dios – para los que son creyentes.  Buscar ajustar nuestras relaciones nos permite cultivar una actitud de acogida lo más incondicional posible de las personas que vienen: los y las que pasan por Forges, describen a menudo sus experiencias como “una burbuja de benevolencia”; no se trata de negar o de huir el conflicto y las tensiones humanas - las hay, por supuesto; pero nos esforzamos por crear las condiciones de acogida de toda persona, incluyendo a los más alejados de las cuestiones ecológicas, para permitir a cada uno “hacer su camino”.  Nuestras comunidades de la Asunción, tienen un papel precioso que desempeñar por su presencia orante, por diferentes formas de acompañamiento humano y espiritual, por la belleza de la liturgia y el cuidado que ponen en múltiples detalles en nuestras vidas cotidianas y que favorecen la calidad de relaciones.

Finalmente, la cuarta dimensión es a la que la filósofa, Simone Weil se refirió como equilibrio inestable.  Todas nuestras sociedades están marcadas por la incertidumbre del mañana¸ es muy difícil proyectarse hacia un futuro que se nos dice que estará marcado por el resurgimiento de fenómenos climáticos extremos, de catástrofes, de stress hídrico, del agotamiento de ciertos recursos que, sin embargo, son necesarios, aún para el desarrollo de energías renovables, etc.  Ante esta situación, beber en la fuente espiritual presente en cada uno de nosotros, nos permite experimentar confianza en la vida, el posible apoyo a los demás, una desbordante paz y alegría.

Esto es sin duda, eso que María Eugenia describe como “el desprendimiento gozoso”.

Cécile Renouard r.a. 

[1] campus-transition.org

[2] Xavier de Bénazé and Cécile Renouard, “ The ecological conversion ”, Etudes , November 2020.  

 

 

 

[1] campus-transition.org

[2] Xavier de Bénazé et Cécile Renouard, « La conversion écologique », Etudes, novembre 2020.