Las vacaciones son un tiempo propicio para el descanso y la renovación interior.
«Para dar luz, es necesario alimentarse de luz» — Santa María Eugenia de Jesús
La oración es la columna vertebral de la vida humana en general, y de la vida religiosa en particular. Cuanto más permanecemos unidos a Dios, más firme se mantiene nuestra columna vertebral espiritual y más nos acercamos a Él, nuestra fuente. Esa fuente irradia nuestro ser interior y transforma nuestra vida cotidiana, para que podamos acoger su gracia, dejar que nos transforme y permitir que nos atraviese para alcanzar a otras almas que Dios atrae hacia Él por medio de nuestros humildes y frágiles recursos.
Durante las vacaciones, las hermanas se organizan para renovar su alianza con Dios mediante retiros espirituales. En la Asunción, solemos vivir el retiro anual de ocho días según el método ignaciano. Estos días constituyen una experiencia de relectura de nuestra vida, de reconciliación con Dios, de restauración interior y de renovación de nuestro compromiso en el seguimiento de Cristo. La experiencia del retiro anual puede compararse con una batería bien cargada. A lo largo del año, la mantenemos viva a través de una jornada mensual de retiro, en recogimiento, silencio y soledad. Es nuestra manera de expresar y reconocer nuestra total dependencia de Dios, sin quien no somos nada ni podemos hacer nada, como nos recuerda Jesús en Juan 15, 5.
Que el Señor haga crecer en nuestros corazones la alegría de buscarle y permanecer en Él, para que toda nuestra vida lleve frutos de su gracia y sea testimonio de la misericordia y de la bondad de Dios.
Hermana Lucie Emmanuel MOMO, ra Provincia de África Central