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La VIII Jornada Mundial de los Pobres, convocada para el 17 de noviembre de 2024, nos invita a reflexionar sobre el poder transformador de la oración y la cercanía con los más necesitados. En su mensaje, el Papa Francisco resalta que “la oración del pobre sube hasta Dios” (Sirácida 21,5), una afirmación que nos recuerda que Dios escucha de manera especial a aquellos que viven en situación de pobreza, sufrimiento y marginación.
Este año, la jornada se celebra en un contexto de especial atención a la oración, en preparación al Jubileo de 2025. El Papa nos llama a acercarnos a los pobres, a compartir su sufrimiento y a hacer nuestra su oración. A través de esta reflexión, se nos recuerda que la verdadera pobreza no es solo material, sino también espiritual. Como cristianos, estamos llamados a escuchar y atender a los más vulnerables, a ser instrumentos de la caridad de Dios, y a ofrecer no solo ayuda material, sino también apoyo espiritual, ya que la fe es una de las mayores necesidades de los pobres.
El mensaje del Papa subraya la importancia de vivir una caridad concreta que no se limite a un acto puntual, sino que se convierta en una actitud permanente de cercanía, humildad y servicio. En el contexto actual, marcado por conflictos y pobreza, esta jornada es una oportunidad para renovar nuestro compromiso con los pobres, no solo a través de acciones externas, sino también alimentando nuestra vida de oración y reflexión.
Al leer el mensaje del Papa Francisco, somos llamados a profundizar en nuestra fe, a acoger la enseñanza del Evangelio y a renovar nuestra solidaridad con aquellos que más lo necesitan. La jornada nos invita a mirar el sufrimiento de los pobres con los ojos de la esperanza, convencidos de que, aunque el mundo valore lo material, la verdadera riqueza se encuentra en el amor, la humildad y la oración que suben hasta Dios.