«No basta con hacer viajes de vez en cuando a las fronteras, llevar una donación, hacer un reportaje impactante y lanzarlo al torrente mediático que se expande por el mundo entero. Ni siquiera es suficiente permanecer por algún tiempo. Es necesario echar raíces hondas en las realidades fronterizas para estar sólidamente arraigados, para pertenecer a ese mundo, para ser de ahí. (Benjamín González Buelta, Tiempo de crear, p. 19)
Mi nombre es Mirna Erodita Zamora Deras, actualmente estoy en la comunidad de León, Nicaragua, soy parte de la Provincia Centroamérica y Cuba.
Durante la Semana Santa de este año, participé en la misión que como colegio La Asunción organizamos para ir a la comunidad de Lechecuagos, de León Nicaragua, esta misión ha sido más que un simple viaje; ha sido un encuentro profundo con la esencia misma de la Semana Santa y su significado más trascendental.
Durante estos días, hemos tenido la oportunidad de estar junto a los más necesitados, encontrando en ellos la presencia viva de Cristo. La Semana Santa nos brinda un tiempo especial para intensificar nuestra relación con el Señor Jesús, sumergiéndonos en la contemplación y la celebración de su misterio pascual.
El legado de Jesús es claro y contundente: nos muestra el camino a seguir, nos enseña cómo actuar y nos insta a testimoniar valores en nuestra vida diaria. El amor es la llave que abre la puerta para poner en práctica este proyecto de vida, y en esta misión hemos vivido ese amor de manera tangible.
Durante la misión, visitamos hogares donde la soledad y la necesidad son parte de la realidad diaria, pudimos compartir víveres, la Palabra de Dios, llevar un mensaje de esperanza y escuchar las historias y deseos de aquellos que a menudo son olvidados por la sociedad.
En esta misión estuve junto a otras personas, una hermana de mi comunidad, alumnos y exalumnos, docentes de nuestro colegio, personas de la comunidad, jóvenes en discernimiento vocacional, todas y todos hemos sido testigos de la fuerza transformadora del amor en acción, cada sonrisa, cada abrazo, cada gesto de solidaridad ha sido un recordatorio del verdadero significado de la Semana Santa: dar y recibir amor de manera incondicional.
Esta misión nos ha recordado que la verdadera grandeza radica en servir, en dar de lo que tenemos para hacer del mundo un lugar mejor, a través de nuestras acciones, hemos sido instrumentos de paz, esperanza y amor, llevando la luz de la Resurrección a aquellos que más lo necesitan.
Que esta Pascua de Resurrección nos renueve en nuestro camino de fe y nos inspire a ser portadores de la luz y el amor de Cristo en nuestro entorno.
¡Feliz Pascua de Resurrección!
Estemos alegres porque Cristo ha vencido a la muerte, su sacrificio nos ha dado abierto las puertas a la vida eterna.