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San Francisco de Sales maestro espiritual de Madre María Eugenia

S eventMiércoles, 03 Julio 2024

Leer aquí la carta apostólica del Papa Francisco: Totum Amoris Est

 

Francisco de Sales (1567-1622) y Juana de Chantal (1572-1641), son dos de los maestros espirituales más nombrados por Madre María Eugenia, fundadores de la congregación de la Visitación, tan amada por Madre María Eugenia. Las primeras Constituciones redactadas para la congregación, se inspiraron, entre otras de las elaboradas por estos dos santos, por ello, muchos elementos de la concepción de la vida religiosa, y bastantes prácticas-modos de esta [C. 10.12.73], fueron asumidos de la Visitación[1]. Sin duda, habrán sido numerosas las obras de estos maestros leídas por Madre María Eugenia, algunas de las cuales cita textualmente. Bastantes rasgos de la espiritualidad de Madre María Eugenia se pueden explicar desde la doctrina del san Francisco de Sales.

En la doctrina de este santo la caridad ocupa un puesto primordial tanto para la concepción de Dios, como de la práctica cristiana [C. 22.2.45; 53 (V); 22.7.83]. San Francisco de Sales considera la perfección cristiana, que llama devoción [C. 53 (XI); 17.12.70], como respuesta de amor del creyente al Dios que le ha amado primero, y al prójimo. La ascesis es también comprendida desde el amor, como un ejercicio en contra del amor propio, gran obstáculo del amor verdadero [C. 53 (VI); 21.6.74; 19.3.76], y la vida en común como una fuente de mortificación que hace crecer en el amor [C. 23.11.73]. El amor es también el eje vertebrador de las virtudes, que se adquieren en el abandono en la misericordia de Dios [C. 53 (II); Nice 70], con la que colabora la libertad humana. En la doctrina de san Francisco de Sales se destacan las siguientes virtudes: paciencia, condescendencia, dulzura, obediencia, humildad, pobreza y castidad [C. 4.2.77]. Por medio de estas virtudes crece el amor y se obtiene la sencillez [C. 10.12.76; 10.7.81].

La imitación de Jesucristo es el medio para alcanzar la perfección en el amor, porque a Dios se llega por medio de la humanidad de Cristo, por eso es necesaria la meditación de sus misterios, en especial los de la pasión-muerte, y la imitación de su vida [C. 8.12.72; 19.11.76; 17.11.78; 30.3.79; 14.12.83]. El seguimiento de Jesús sobrepasa las fuerzas humanas, por ello es necesaria la docilidad al Espíritu Santo [C. 18.2.80], que modela el interior del creyente.

La doctrina sobre el abandono en Dios, es quizás lo más característico de este autor que la denomina la quintaesencia de la vida espiritual [C. 15.12.72; 22.12.72], se expresa en la obediencia hasta en las pequeñas cosas [C. 9.8.74], y es confianza en su providencia [C. 25.3.81]. Por este abandono y por la indiferencia a la que porta, el alma muere a sí misma, al colocar todo su amor en Jesús [C. 12.1.83]. En estrecha relación con este rasgo, debemos considerar la oración de presencia de Dios[2], que como san Francisco de Sales, MME la considera una actitud esencial para la vida [C. Nice 70; 23.7.76; 9.3.79; 29.8.81].

Otra de las características de la doctrina salesa asumida por Madre María Eugenia es el sentido de Iglesia [C. 14.7.78]. También podemos ver una influencia de su teología sobre los estados de vida, en concreto cuando insiste que la vida religiosa no es el único estado de perfección [C.13.5.89], y que todos los cristianos están llamados a la santidad. según características propias [C. 10.3.78].

Mercedes Méndez, ra

 

[1] Madre María Eugenia es enviada por el padre Combalot al monasterio de la Visitación de Côte Saint André, desde Agosto del 1838 a Abril del 1839. Sobre todo, las personas que más influirán en ella fueron M. M. Th. Marmonnier y M. Caroline Blanc, hermanas en esa comunidad. [Or. I,1,VI]. Muchos aspectos prácticos de la vida religiosa siguen las enseñanzas de Sta. Juana de Chantal, en especial lo referente a las virtudes religiosas [C. 4.2.77; 8.2.84; 14.11.84; 25.1.91] y a la vida de comunidad [L. VI, 1504-TF 90]. Así lo expresa al padre Combalot en dos cartas: “Pour moi, je profite de mes derniers jours, pour faire des notes sur toutes les choses dont nous pourrons avoir besoin pour nous-mêmes. J'observe la manière de réciter l'office, les cérémonies, je me fais expliquer, je lis les ouvrages de la maison, je tâche enfin de faire provision pour nos sœurs à venir” [L. I, 84]. “Du reste, je pense, d’après ce que je vois, que nous ferons bien d’emprunter à la Visitation tout ce qu’il nous sera possible” [L. I, 88].

[2] San Francisco de Sales afirma que en la vida espiritual se debe alcanzar una oración constante, un habitual estar vuelto a Dios, porque la verdadera oración es vital, es una relación de amor; aunque sugiere métodos, sabe que no se puede encerrar en ellos. El principiante debe esforzarse por tomar consciencia de la presencia divina, pero cuando se avanza en el camino espiritual esta presencia y el recogimiento se imponen sin esfuerzo personal; esta oración, que san Francisco de Sales llama “de simple presencia”, consiste en estar presente a Dios, no es meditar sobre su presencia o sentirla, es un “total abandono en Dios”, que surge tras la etapa purificativa y se realiza en la santa indiferencia. La vía mística es un camino de progreso en la luz y en el amor, hasta llegar a la unión y el abandono. [C. 30.1.76; 27.5.81; 22.9.82]. Cf. Francisco de Sales, Tratado del Amor de Dios, BAC, Madrid 1995, 335-357. Madre María Eugenia dedica el capítulo del 14.11.84 a describir la “Oraison de simple remise en Dieu”.

 

Leer aquí la carta apostólica del Papa Francisco: Totum Amoris Est