Hoy comienza la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que estarán reunidos todo el mes bajo el lema: Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión.
El Sínodo de los Obispos es un organismo consultivo que pide a obispos de todo el mundo que participen en el gobierno de la Iglesia, aconsejando al Papa sobre asuntos de interés para la Iglesia universal. La palabra “sínodo” deriva del griego y expresa la idea de "caminar juntos". Probablemente este es el Sínodo del que más hemos oído hablar.
Además, esta vez, es la primera vez que más de 50 mujeres, religiosas y laicas, podrán votar en él.
Es, ante todo, un acontecimiento espiritual, de oración y de escucha del Espíritu Santo.
Primero, propongo que recemos. Por lo hombres y mujeres, religiosos y laicos que estarán allí presentes. Especialmente por los corazones más reacios a los cambios. Por que se escuche la voz de todos y se tenga en cuenta a todos. Porque como dijo el Papa Francisco en las JMJ de este verano: “En esta Iglesia cabemos todos, todos, todos”. Que el Espíritu sople, inspire y contagie el entusiasmo por el Amor.
Pero no nos quedemos solo en rezar. Abramos nuestro corazón a la gente que nos rodea, escuchémoslos para saber lo que necesitan. No es necesario irse lejos, basta con abrir los oídos al profesor que lo hace lo mejor que puede, a la madre que siempre está en todo, a la hermana que hoy está preocupada, al niño que necesita llamar la atención, al laico comprometido que quiere una Iglesia mejor… y al que lo ha sido pero se ha ido.
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