Mi nombre es Kimberly Flores, tengo 23 años, soy ex alumna de La Asunción de El Salvador, estudié Relaciones y Negocios Internacionales y recién estoy finalizando mi etapa universitaria. Actualmente formo parte del grupo de Asunción Joven, participo como asesora de jóvenes en el movimiento de JAEM (Juventud Asuncionista En Misión) y en las misiones de Semana Santa y Navidad.
¿Cómo y desde cuándo?
Mi vida en La Asunción empieza en el 2004, cuando comienzo a estudiar primer grado en el colegio. Yo venía de un kínder muy pequeño y sin una educación cristiana basada en valores, como se ha caracterizado siempre La Asunción. En ese momento existían muchas tradiciones que yo desconocía y todo me generaba inquietud; pues yo quería conocerlo y saberlo todo.
Con el paso de los años, empiezo a conocer religiosas y a profundizar más en el carisma. En mi último año, tuve una experiencia más cercana; en una ocasión nos comentan que cada año un grupo de estudiantes de último año acompañaba en las misiones de Semana Santa y necesitaban jóvenes con disponibilidad de servicio para ir a las comunidades que se planeaba visitar. En esta misión tuve la oportunidad de vivir la experiencia de un encuentro cercano con Jesús, pude palpar una realidad muy fuerte que solo conocía de nombre y que me penetró profundamente, conocí un rostro de Dios distinto; pude reconocerlo en los más humildes, en los que teniendo poco nos entregaban todo con alegría y sin apego, fue ahí cuando empecé a sentir un amor profundo por el proyecto de María Eugenia.
Luego de esa experiencia empecé a acercarme más a la comunidad que nos acompañaba y a involucrarme de lleno en las actividades del colegio; me encantó ver como laicos y religiosas vivían el carisma y trabajaban en conjunto, entregando sus dones y poniéndolos al servicio de los demás. Fue así como empecé permanecer y a sentir un profundo amor por La Asunción.
¿Qué he aprendido en La Asunción?
Hay dos frases de María Eugenia que me las repitieron muchas veces en el colegio y que en su momento no las supe comprender; “Es una locura no ser lo que se es con la mayor plenitud posible” y “El mundo no es lo suficientemente grande para mi amor”. En La Asunción he aprendido a ser en plenitud en cualquier área de mi vida, a amar profundamente y a entregarme por completo. La Asunción me enseñó a forjar mi carácter, a tener un sentido crítico de la realidad en la que vivimos, aprendí a buscar siempre la justicia y la paz en mi entorno, aprendí que la educación y el amor por Jesucristo son lo único que transforman nuestra sociedad, que la construcción del Reino empieza por nosotros mismos, aquí en la tierra. Aprendí a sentirme orgullosa de lo que soy y represento, aprendí a amar, cuidar y respetar profundamente mis raíces y la de los demás, aprendí que el cuido de la casa común es de vital importancia para un desarrollo integral y sostenible de nuestra y de las futuras generaciones. En La Asunción todo es un aprendizaje constante y yo sigo aprendiendo a fortalecer mi fe, a buscar y a poner siempre los medios necesarios para un mejor encuentro con Jesús y el prójimo.
¿Qué es lo que más me ha ayudado?
El acompañamiento de las hermanas en mi vida, la apertura y la confianza que ellas me han brindado al permitirme compartir con ellas en comunidad me ha ayudado a fortalecer cada vez más la forma en la que vivo el carisma de La Asunción. Como jóvenes también se nos han brindado espacios como los encuentros provinciales que han sido un medio para fortalecer nuestro carisma. Todo esto me ha ayudado a ser consciente de que no puedo transformar el mundo empezando desde lo más grande y aquí es donde recuerdo otra frase de María Eugenia “ser fuertes y tener una actitud tajante y positiva en nuestra pequeña esfera”, pienso que lo que yo haga desde mi espacio en favor de los demás, transforma mi entorno y los que lo acogen y lo comparten con otros; también van transformando poco a poco la sociedad en la que vivimos.
¿Qué es para mí, ser joven asunción?
Para mí, ser joven asunción es nadar contra la corriente, es lo que define mi forma de vida y es lo que va guiando mi caminar. Actualmente ser joven y cristiano no es algo muy común y ser joven asuncionista lo es aún menos, pues vivimos en un ambiente que se torna cada vez menos tolerante a la práctica de las enseñanzas de Jesús. Vivimos también, en una sociedad en donde muchos jóvenes se encuentran en situaciones donde se ven obligados a seguir un molde para ser aceptados socialmente y muy difícilmente encuentran “su lugar en el mundo”.
Ser joven asunción ha sido de profunda alegría para mí, siempre he sentido que es ahí donde pertenezco y que muy difícilmente puedo dejarlo; ser joven asunción es estar rodeada de más jóvenes que comparten el carisma, que sueñan y buscan la manera de transmitir el mensaje, es crecer juntos y ser mejores personas cada día, es vivir el carisma de La Asunción y caracterizarme por tener un sello diferente al de otros jóvenes, es sentir un amor profundo por María y por la iglesia.
¿Cómo me proyecto en un futuro?
Encontrar mi vocación es y ha sido una búsqueda constante; sin embargo, tengo muy claro que desde cualquier vocación a la que Dios me llame, quiero vivirla a plenitud y con mucha alegría, seguir transmitiendo el carisma de La Asunción donde sea que vaya, continuar dando a conocer a Jesucristo como liberador del mundo; vivir el amor, la rectitud y la humildad con profundo agradecimiento por la vida.
KIMBERLY FLORES
Ex-alumno de la Asunción.
Miembro del grupo Asunción Jóven en El Salvador