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Verano contemplativo: el descanso como espacio de encuentro con Dios

V eventSábado, 06 Septiembre 2025

El verano es un tiempo de pausa y de ralentización; ofrece una ocasión preciosa para redescubrir el descanso no como una simple ausencia de actividad, sino como un espacio espiritual, un lugar de encuentro con Dios, un tiempo de renovación interior. Para el cristiano, vivir el descanso se inscribe en la dinámica profunda del equilibrio entre acción y contemplación, donde el silencio se convierte en un lenguaje que habla al corazón.

Desde nuestra perspectiva, el descanso no es solamente una necesidad física, sino un don divino, una forma de paz y de serenidad que permite la comunión con Dios. Es un estado de calma en el que nos liberamos del estrés cotidiano para acoger la presencia divina. Este descanso alcanza su plenitud en el encuentro con Cristo, quien nos invita: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados… y yo os daré descanso» (Mt 11,28).

El papa Francisco recuerda que el verdadero descanso se encuentra en Jesús, y anima a aprovechar las vacaciones de verano para encontrarse con el Señor en la oración, en lugar de dispersarse en entretenimientos efímeros. Se trata de dar tiempo a Dios, de dialogar con Él y abrirle aquellas áreas de nuestra vida que necesitan su luz.

El descanso es también un tiempo propicio para la contemplación. Ser contemplativo significa orientar toda la existencia hacia la búsqueda de Dios, descender a lo más profundo del corazón para descubrir allí su presencia. Este encuentro transforma al ser humano y le concede una paz nueva, una «inhabitación» de Dios que se convierte en fuente de paz para sí mismo y para los demás.

Vivir el descanso como un elemento del equilibrio apostólico implica acoger el verano como un tiempo de gracia, en el que acción y contemplación se complementan. El silencio, lejos de ser ausencia, se convierte en palabra de Dios. El descanso, vivido como encuentro, renueva el corazón y fecunda el compromiso apostólico, permitiendo gustar desde ahora la paz prometida y compartirla con quienes nos rodean.

Hermana Eliane de la Encarnación Provincia de Madagascar