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Viernes Santo: Santa María Eugenia de Jesús y el sentido de la Pascua, de la Pasión y de la Cruz

V eventDomingo, 20 Abril 2025

Al adentrarnos en las cartas de Santa María Eugenia de Jesús, descubrimos cuán atemporal es el sentido de sus palabras. Esto se manifiesta de forma particular en torno a la Pascua, la Pasión de Jesucristo y la Cruz. Naturalmente, el contexto y la vida han cambiado: el mundo actual es más plural, más veloz y más complejo. Sin embargo, los principios que nos inspiran siguen siendo de una actualidad incontestable.

Para abordar su visión sobre la Pascua, presentamos a continuación dos fragmentos seleccionados de cartas dirigidas por María Eugenia a la congregación durante la Semana Santa. El primer fragmento data del 11 de marzo de 1877:

“Dios no permite que pasemos por la vida sin muchas aflicciones. A veces son aflicciones del corazón; otras, aflicciones que provienen de la vida política, como ocurre con esas pobres religiosas de Polonia y Alemania, expulsadas de sus conventos, o como nos sucedió a nosotras durante la Comuna. Otras veces son turbulencias, tentaciones, penas interiores.”

Este fragmento ilustra perfectamente el carácter atemporal de su mensaje. Podríamos estar leyendo noticias recientes: los cambios de administración en Estados Unidos, el conflicto en Ucrania o el sufrimiento del pueblo en Gaza. La vida no es un camino tranquilo. No hay vida sin movimiento, sin dificultades. Estas pruebas inevitables nos dan precisamente la oportunidad de experimentar la vida con mayor intensidad. Pero hay que tomar una decisión: recorrer ese camino, el propio “vía crucis”, más allá de nuestras convicciones, orígenes o historia personal. Todo dependerá de la forma en que lo transitemos, de nuestra actitud ante él.

“Ciertamente hay cruces en el mundo, y quizá más en el mundo que en la vida religiosa. ¿Acaso no oímos todos los días hablar de pérdidas económicas, muertes, sufrimientos afectivos, trastornos, revoluciones? Las cruces no faltan, eso es seguro.

¿Por qué, entonces, ante las pruebas —pequeñas o grandes—, ante las contradicciones, las penas y sufrimientos cotidianos, tan pocas personas se conforman con ese signo de salvación, con la cruz de Jesucristo? Lo que falta es la meditación sobre la Pasión de Jesucristo. Son pocos los que buscan adentrarse en las actitudes de Jesús frente al sufrimiento, y no podríamos pedir con mayor insistencia, ni esforzarnos más, en adquirir esas disposiciones.”

Este segundo fragmento, de una carta del 9 de marzo de 1873, ilumina con mayor claridad la enseñanza de Santa María Eugenia: ayudarnos a vivir con la mayor intensidad posible. Podemos relacionar directamente este texto con las tres actitudes que emergieron recientemente durante el Encuentro Internacional de Educación (RIE) en Manila, 2018, en torno a la educación transformadora: estar enraizados, ser apasionados, ser audaces.

Enraizados: las raíces de un árbol transportan el combustible necesario para su desarrollo. Ese combustible es energía. Para el ser humano, la energía espiritual procede directamente de nuestras convicciones. Para María Eugenia, esa fuente inagotable de energía es Jesucristo. Esto se lee entre líneas en el segundo fragmento. También afirmará: “Jesucristo debe serlo todo para nosotros” y “Soy cristiana: Jesucristo es mi único modelo”. Cada cual debe desarrollar sus propias convicciones, su fuente de energía gratuita e infinita. Para recorrer el camino con intensidad, necesitaremos energía y convicciones firmes.

Apasionados: esa mezcla indescriptible de gozo y sufrimiento. Podría parecer una contradicción, pero no lo es. En la pasión hay una intensidad que se experimenta tanto en la alegría como en el dolor. La pasión nos permite ser determinados, enfocados, marcar la diferencia. Nos ayuda a canalizar la energía sin desperdiciarla. La pasión implica esfuerzo. Es lo opuesto a la entropía. Es duro. Puede doler. Pero nos hace sentir vivos. Y al final del camino, nos abre paso hacia la Alegría y la Esperanza. Para María Eugenia, la pasión se encuentra, en parte, en esta conexión con la vida de Cristo, con su Pasión y su Resurrección. También nosotros debemos encontrar nuestra propia fórmula, nuestras “disposiciones necesarias” para vivir nuestra pasión.

Audaces: para Santa María Eugenia, es esencial encarnar la pasión en el presente, en lo real, en lo concreto. Eso es lo que genera movimiento, y por tanto, vida. Es necesario hacerlo con toda la audacia posible. La audacia marca la diferencia entre una acción insípida y una acción con carácter. “Las cruces no faltan” en nuestros respectivos mundos. Jesucristo nos ofrece la cruz más audaz que podamos imaginar: la Cruz de la crucifixión. ¡Qué audacia, qué decisión radical!

Todo esto forma, en definitiva, un bello círculo virtuoso. Cuanto más enraizados estemos en nuestras convicciones, mayor será la energía con la que viviremos nuestra pasión, más audaces seremos para encarnarla de la manera más decidida posible, generando vida, alegría y esperanza dentro y alrededor de nosotros. Todo esto refuerza nuestras convicciones, renueva nuestra energía, y nos permite comenzar de nuevo.

Que cada uno de nosotros pueda estar profundamente enraizado, apasionado y audaz en su propio camino de Cruz, en su camino de transformación, es decir, en su Vida, en la Alegría y la Esperanza.

¡Felices Pascuas a todos!

 

Vincent Jacobs

Provincia de Europa

 

¹ Durante el periodo conocido como la Comuna, en 1871, los communards instauraron un gobierno autónomo de extrema izquierda en París que abogaba por una separación radical entre el Estado y la Iglesia, llegando incluso a expulsar a las congregaciones religiosas de hospitales, escuelas y conventos.

* Ilustraciones originales de Pascua en Assomption Boitsfort bajo la nieve, durante el segundo año de la pandemia. Invitamos a cada clase a representar una estación del vía crucis a partir de un modelo, todo realizado con convicción, pasión y audacia.