Texto de la presentación
Gracias a todas y todos por acompañarnos esta tarde en la celebración de los 175 años de presencia de las Religiosas de la Asunción en Inglaterra. Es una gran alegría contar con tantas amistades reunidas hoy aquí, y sabemos que muchas más compartirán esta alegría a través del vídeo que se está grabando.
Comenzamos con la intervención de la Hna. Francesca, quien nos hablará sobre los orígenes de la Asunción. Como podéis ver, ¡va vestida de forma muy apropiada para la ocasión!
Nuestra fundadora, Santa María Eugenia, nació en Francia en 1817, en el seno de una familia acomodada pero sin una vida religiosa activa, por lo que no recibió una educación explícitamente religiosa. Sin embargo, durante su adolescencia, mientras buscaba orientación sobre cómo vivir su vida, experimentó una profunda conversión al escuchar un sermón de Cuaresma. Comprendió que deseaba entregar su vida a Dios, aunque no sabía cómo hacerlo.
Un año después, conoció al P. Combalot, un sacerdote y predicador que deseaba fundar una congregación religiosa femenina dedicada a la educación de las mujeres. Esta misión resonó profundamente en María Eugenia, quien era consciente de la precariedad de la educación femenina en su sociedad y estaba convencida de que una formación iluminada por los valores del Evangelio podía ser la base para una sociedad más justa y para la construcción del Reino de Dios.
María Eugenia aceptó formar parte del proyecto y, junto a un pequeño grupo de jóvenes, constituyó la primera comunidad, convirtiéndose en la fundadora de las Religiosas de la Asunción. Fue canonizada en 2007.
Pocos años después, un amigo suyo, el P. d’Alzon, fundó una congregación masculina dedicada también a la Asunción: los Agustinos de la Asunción, conocidos como Asuncionistas. A su vez, sacerdotes de esta congregación fundaron tres congregaciones femeninas más: las Pequeñas Hermanas de la Asunción, las Oblatas de la Asunción y las Orantes de la Asunción. Juntas formamos la familia de la Asunción.
Durante la beatificación de Santa María Eugenia, el Papa Pablo VI destacó los dos pilares fundamentales del carisma de las Religiosas de la Asunción: la educación y la adoración. Citó una de sus frases: «Las religiosas consagradas por vocación a la educación tienen más necesidad que las demás de estar inmersas en la oración».
Nuestra espiritualidad es intencionadamente «rica en la espiritualidad de la Iglesia», recogiendo lo mejor de distintas tradiciones y haciéndolas propias. Siempre hemos buscado equilibrar una vida apostólica con una contemplativa.
Desde el principio, María Eugenia y las primeras hermanas se empeñaron en rezar todo el Oficio Divino de la Iglesia, a pesar de la resistencia de algunas autoridades eclesiásticas. No obstante, se mantuvieron firmes en su ideal, y María Eugenia llegó a declarar que preferirían «ir al cielo antes» que renunciar a rezarlo en su totalidad.
Como todos los miembros de la familia Asunción, uno de nuestros lemas más queridos es «Venga a nosotros tu Reino». Nuestro objetivo último es contribuir a la venida del Reino de Dios haciendo conocer y amar a Jesucristo y a su Iglesia, compartiendo los valores del Evangelio para que el Reino de Dios sea cada vez más visible en la tierra.
Nos situamos en 1850, año de la restauración de la jerarquía católica en Inglaterra, de la fundación del St. Mary’s College y de la llegada de las Hermanas de la Asunción a Richmond —no sobre el Támesis, sino sobre el río Swale, a las puertas del Parque Nacional de los Yorkshire Dales. Era la era industrial de la Inglaterra victoriana, un tiempo de avances técnicos y progreso social.
Ciento treinta años después, una alumna del colegio escribiría: «Al principio, nuestros párrocos eran jesuitas. Ahora son católicos romanos». En su día, uno de los miembros de esa comunidad jesuita fue el modernista George Tyrell.
Obviando los detalles de cómo llegamos a Richmond, merece mención una figura singular: Louisa Catherine, duquesa de Leeds. Era una heredera estadounidense que, al casarse con el duque, salvó su patrimonio de la bancarrota, como en Downton Abbey. Al convertirse al catolicismo, se dedicó a obras de caridad. Bajo su dirección, el primer proyecto en Richmond fue la gestión de un orfanato. Aunque ayudó a establecer la presencia de las hermanas en la ciudad, no fue un proyecto exitoso, pues a menudo surgían desacuerdos, como cuando las hermanas consideraban innecesario que las niñas huérfanas aprendieran francés.
La misión despegó realmente cuando se construyó el internado, cuyo objetivo era ofrecer un currículo amplio y formar personas de carácter fuerte que contribuyeran a la sociedad. El consejo era: «Dirigid su vuelo, pero no les cortéis las alas». Este modelo se replicó en los colegios de Kensington, Ramsgate, Sidmouth y Hengrave. Ramsgate fue diseñado por Pugin con una impresionante entrada… ¡pero olvidó incluir una escalera principal!
El colegio de Richmond floreció durante muchas décadas, hasta su cierre en 1994. Las hermanas también dirigieron lo que se llamaba la «escuela elemental» para los niños del lugar, hasta que se transfirió su gestión a personal laico. Su primer director fue un antiguo alumno del St. Mary’s College de Strawberry Hill. Hoy sigue activo como St. Mary’s Catholic Primary School.
Un legado menor, pero duradero, es la llamada Assumption tart, un dulce que se remonta a la llegada de las primeras hermanas, cuyas habilidades culinarias eran limitadas. Para aplacar el hambre, se preparaban pequeñas tartas de masa quebrada con mermelada por encima. Así es su aspecto.
Las Religiosas de la Asunción llegaron a Earls Court, en Londres, en 1857 y, en 1860, ya estaban establecidas en Kensington Square. Durante años, el cardenal Wiseman insistió en que deseaba la presencia de las hermanas de la Asunción en Londres, pero nunca especificaba con claridad cuál sería su misión. Finalmente, María Eugenia logró convencerlo de que su labor se centraría en la adoración, los retiros para mujeres y la preparación para la Primera Comunión de jóvenes conversas.
En 1867 ofrecimos un espacio para la escuela parroquial destinada a niñas pobres y, posteriormente, abrimos un internado. Esta imagen muestra un grupo de alumnas en 1875. En ese entonces, los extensos terrenos incluían una granja, ¡y las hermanas incluso participaban en la siega del heno!
Durante la Primera Guerra Mundial, aunque el convento se llenó de refugiados y los jardines donde jugaban las niñas fueron convertidos en huertos, la enseñanza no se detuvo. Tras la guerra, se estableció una escuela Montessori con gran éxito, donde se formaban maestras en ese método. Las escuelas permanecieron en Kensington hasta la evacuación durante la Segunda Guerra Mundial, cuando el sistema de protección antiaérea (ARP) instaló allí su base.
Después de la guerra, la escasez de docentes —y en particular de profesores católicos— era acuciante. Así nació en 1946 el Maria Assumpta Teacher Training College, junto con una residencia para estudiantes. Las alumnas, todas mujeres, acudían a bailes en St Mary’s, quizá incluso en esta misma sala...
Las hermanas también se implicaron en diferentes formas de pastoral, como en el Centro para Refugiados Vietnamitas, abierto en Kensington para atender a los miles de “boat people” llegados tras el colapso del gobierno de Vietnam del Sur en 1975. Providencialmente, la Hna. Emmanuel ya estaba en Londres y pudo ofrecer una acogida cálida y un apoyo práctico muy necesario para muchos de ellos.
Debido a los cambios en la legislación gubernamental, el colegio cerró en 1978, y se creó el Maria Assumpta Educational and Pastoral Centre. Diversas organizaciones alquilaron espacios en sus instalaciones, entre ellas la Westminster Pastoral Foundation, Westminster Inter-faith y la National Society for Religious Education. Uno de los proyectos más exitosos fue el fundado por la Hna. Mary John, profesora jubilada que, con una energía y pasión inagotables, creó un centro para personas con dislexia. En esta imagen aparece junto a la princesa Diana durante una visita al centro.
Probablemente, el residente más conocido del Maria Assumpta Centre fue Heythrop College, un centro universitario especializado en teología y filosofía dirigido por los jesuitas. En 2009 adquirieron el edificio, aunque tristemente cerraron en 2018, tras anunciar en 2013 que dejarían de admitir nuevos alumnos de grado.
Hoy en día, las hermanas siguen presentes en Kensington, con rezo diario del Oficio Divino y adoración en la bella capilla Maria Assumpta, y con un ministerio juvenil muy activo que ofrece retiros, peregrinaciones, encuentros sociales y culturales, así como el programa de voluntariado Asunción, coordinado por nuestras valiosas colaboradoras laicas Anne Marie y Rebecca, cuyo puesto podéis visitar hoy.
En 1957, un pequeño grupo de hermanas recibió la misión de emprender una nueva aventura: fundar la presencia de las Religiosas de la Asunción en África Oriental. Las hermanas llegaron a Mandaka, en Tanzania, donde pronto abrieron una escuela secundaria y un colegio de formación del profesorado. (La Hna. Kate fue alumna tanto de esa escuela como del centro de formación docente).
Con el tiempo, se abrieron nuevas comunidades y escuelas en Tanzania, y en 1971 se estableció la primera comunidad en Kenia, donde se fundó un instituto de secundaria. Aquí tenéis una imagen de muchas de las hermanas de nuestra provincia de África Oriental hoy en día: somos 78 hermanas, 3 novicias y 2 postulantes, distribuidas en catorce comunidades en cinco diócesis de Tanzania y Kenia.
Nos alegra poder apoyar ahora a nuestras hermanas en Inglaterra, especialmente gracias a la presencia de la Hna. Kate y a la llegada de dos hermanas jóvenes que se unirán a la comunidad de Twickenham y estudiarán en St Mary’s a partir de septiembre.
El Concilio Vaticano II finalizó en 1965. Para 1970, comenzamos una revisión de nuestra misión a la luz de nuestros recursos, de los desafíos que planteaba el Concilio y del contexto social.
Optamos por responder al Decreto sobre el Ecumenismo, que instaba a los cristianos a renovar su forma de vivir y servir, y a trabajar «por superar sus diferencias y volver a ser uno, como Jesús pidió al Padre». La Hna. Elizabeth Dove fue visionaria y líder en la materialización de esta respuesta. Un fraile estadounidense del Atonement, el P. Emmanuel Sullivant, le dijo que trabajar seriamente por el ecumenismo implicaba vivirlo, hacer juntos lo que fuera posible, siendo fieles a nuestras propias tradiciones y respetando las de los demás.
El cierre de un internado dejó disponible una propiedad de singular belleza: una mansión del siglo XVI, con historia de resistencia católica, rodeada de 46 acres de terreno y con una iglesia registrada en el Domesday Book.
La primera comunidad la formaban 24 personas, incluyendo niños: católicos romanos, anglicanos, metodistas, luteranos y ortodoxos griegos. Aunque el número fluctuó, siempre se mantuvo la diversidad de tradiciones. La comunidad contó con el apoyo activo de las diócesis locales y de líderes eclesiales.
El libro Hengrave Remembered narra el proceso de construcción y sostenimiento de esta comunidad, que además gestionaba un centro de conferencias. Un miembro cuáquero llegó a decir: «Esto es tan loco que solo puede ser obra del Espíritu Santo».
La oración dos veces al día era el centro de la vida comunitaria. Asistíamos tanto a eucaristías católicas como anglicanas. La imposibilidad de practicar la hospitalidad eucarística causaba dolor y, en ocasiones, tensión. Sin embargo, esto nos hizo comprender que el signo de la reconciliación es la cruz y que éramos pioneras en el camino.
La hospitalidad fue también eje fundamental de nuestro trabajo: era testimonio de sanación y reconciliación para nuestros huéspedes, que llegaban solos o en grupo, desde distintos lugares. La belleza del entorno inspiraba expresiones artísticas, musicales, poéticas, de renovación de la creación, de búsqueda de la paz. Personas venían a rezar, a recuperar fuerzas, a discernir caminos, a escribir… y, muy a menudo, regresaban.
Cuando en 2005 Hengrave tuvo que cerrar, el sentimiento dominante fue el agradecimiento por treinta años gloriosos. Rezamos:
«Señor Dios, tú solo permaneces eterno, inmutable y siempre creativo. Te encomendamos todo lo que ha sido vivido aquí en Hengrave a la guía de tu providencia y a la ternura de tu misericordia.»
Desde la década de 1950, la influencia de la teología de la liberación proveniente de América Latina —con su insistente llamado a optar por los pobres— fue dejando huella. En nuestra congregación ya se habían producido movimientos en este sentido desde los años 70, que finalmente desembocaron en acciones concretas.
No hacía falta ir a América Latina: en 1993, tres hermanas se trasladaron a una zona de Newcastle con uno de los índices de privación más altos del país. No llevaban más plan que ir… y ver qué surgía.
Antes de poder siquiera deshacer las maletas, los niños tocaban constantemente a la puerta preguntando: «¿Puedo entrar?». Desde la ventana veíamos su juego destructivo y agresivo. Pensamos que actividades creativas podían canalizar esa energía, provocada en gran parte por el aburrimiento. Alquilamos un local vacío y, con ayuda de estudiantes universitarios y recursos mínimos, ofrecimos actividades creativas extraescolares. Nuestro lema era: Let’s Make not Break (Construyamos, no destruyamos), al que añadimos: Let’s Give not Take (Demos, no quitemos). Fue conmovedor oír a un niño decir: «Yo nunca robaría a las monjas».
Así nació Kids Kabin, hoy un consolidado centro de arte y creatividad para jóvenes de Newcastle y Middlesbrough. Podéis visitar su página web o leer su historia en el libro Let’s Make not Break: The story of Kids Kabin.
También surgieron otras oportunidades: proyectos con solicitantes de asilo, clases de idiomas, apoyo, amistad, acompañamiento espiritual en colegios y participación en parroquias.
Sobre todo, descubrimos que nuestra misión principal estaba entre nuestros vecinos, cuyos padres y abuelos habían sido constructores navales, mineros o trabajadores del acero, en oficios hoy desaparecidos. Fuimos testigos de los efectos degradantes del desempleo y admiramos su resistencia. Estamos agradecidas por haber sido “acogidas a su lado”, compartiendo sus risas y lágrimas —de las cuales hubo muchas— y recibiendo tanto como pudimos dar. Fue triste marcharnos el año pasado, pero nuestras voluntarias, formadas y acompañadas por Anne Marie y Rebecca, continúan ofreciendo su valiosa contribución a Kids Kabin.
Se dice que en 1850, María Eugenia habría preferido que fuésemos a Newcastle en lugar de a Richmond. Al final, ¡hicimos ambas cosas!
Ya hemos hablado del cierre de Heythrop College. Una de las posibilidades era que Heythrop se fusionara con St Mary’s o se trasladara allí. Las conversaciones llegaron bastante lejos, lo suficiente como para que el entonces provincial de los jesuitas sugiriera al rector, Francis Campbell, que también se invitara a las Hermanas de la Asunción a tener presencia en St Mary’s. Los jesuitas valoraban nuestra presencia y oración en la capilla de Kensington, y pensaban que eso sería una aportación valiosa para St Mary’s.
Finalmente, Heythrop y los jesuitas no vinieron… pero ¡nosotras sí! Como muchos sabéis, Francis Campbell estaba comprometido con aumentar la presencia católica en la vida universitaria.
En junio de 2016, llegaron cuatro hermanas con la misión de ser “presencia orante” en St Mary’s y de apoyar su identidad católica, especialmente a través del trabajo de la capellanía. Siempre hemos sido muy bien acogidas y nos hemos implicado de diversas formas. Sentimos que verdaderamente hemos hecho de este lugar nuestro hogar. Nos alegra especialmente que el 10 de marzo, festividad de Santa María Eugenia, se haya adoptado como celebración universitaria.
Tuvimos la suerte de encontrar una casa en venta justo enfrente de las puertas blancas de St Mary’s, y más aún cuando la casa contigua también salió a la venta, lo que nos permitió alojar a más hermanas y ofrecer vivienda a estudiantes universitarias.
Han pasado 175 años desde que las primeras hermanas llegaron a Richmond, Yorkshire. Hoy somos 27 hermanas distribuidas en 4 comunidades: Kensington, Notting Hill Gate, Wanstead y Twickenham.
En 2018 nos unimos a nuestras hermanas de Bélgica, Italia y Lituania para formar la Provincia de Europa, una nueva estructura organizativa que nos permite apoyarnos mutuamente, algo especialmente importante para las hermanas más jóvenes.
Actualmente hay tres novicias europeas en formación en París —entre ellas Sarah, que vivió con nosotras en Twickenham el año pasado. Damos gracias a Dios porque continúa llamando a mujeres a este camino de vida. No sabemos qué traerán los próximos 175 años, pero el futuro se presenta lleno de esperanza.