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Acción de gracias de la Hna. Yvette

A eventMartes, 25 Noviembre 2025

Tras la retirada momentánea de las Religiosas de la Asunción en Guinea Conakry, he aquí el signo del Señor a través de los votos perpetuos de la primera religiosa de la Asunción originaria de este país. Una acción de gracias en el corazón del Año Jubilar de la Iglesia Universal, bajo el signo de la esperanza. La hermana Yvette MONEMOU comparte su experiencia.

«Mi gracia te basta» (2 Co 12,9).

Esta palabra recibida en la oración fue el hilo conductor de mi misa de acción de gracias celebrada en este año jubilar de la Vida Consagrada. Una circunstancia que dio al acontecimiento la fuerza de una doble acción de gracias: mi consagración definitiva y la alegría de una Iglesia en fiesta.

Ser la primera religiosa de mi pueblo y la primera Religiosa de la Asunción originaria de Guinea no es para mí un título de gloria, sino una misión: abrir un camino para que otras jóvenes respondan a la llamada de Dios. Como decía Santa María Eugenia: «Todo lo que crece en el silencio y la humildad lleva en sí la marca de Dios».

La celebración reunió a una multitud excepcional: numerosas Religiosas de la Asunción venidas de toda la Provincia de África Occidental, sacerdotes, laicos comprometidos, fieles de la diócesis de N’Zérékoré, y a mi gran familia Monèmou.

Me sentí honrada por esta movilización; me sentí sostenida, profundamente conmovida hasta las lágrimas. Solo una palabra brotaba en mi interior: «¡Es el Señor

Con esta ocasión, se hizo presente un símbolo cultural de gran fuerza: el regalo de mi abuela.

Durante el canto de acción de gracias, recibí un gesto que me tocó profundamente: un traje tradicional adornado con cuentas en el cuello y la cadera, un atuendo reservado a las nuevas esposas. Este paño simboliza la fecundidad, y las cuentas representan la paciencia y el perdón marcados por un amor incondicional.

Mi abuela me dijo:

«Deberás perdonar tantas veces como cuentas tiene este collar antes de decir que es suficiente. La paciencia y el perdón te darán un corazón lleno de alegría.»

Aquel día comprendí hasta qué punto la sabiduría de mi cultura se encuentra con el Evangelio: el amor fiel, el perdón sin límite, la alegría desprendida y la perseverancia en la misión.

Un mensaje para los jóvenes: la fidelidad siempre eleva.

Al inicio de mi camino vocacional, solo mi padre y mi madre me apoyaban. Tras su muerte, mi familia se opuso a mi decisión, llegando incluso a amenazar con una ruptura si entraba en el convento.

Me veían destinada a un futuro brillante después de obtener el bachillerato con mención y una beca de estudios, máxime cuando mi hermano mayor ya era sacerdote diocesano.

Pero hoy, al ver su alegría, su orgullo y su presencia radiante, comprendí una verdad: la fidelidad a Dios nunca humilla, sino que eleva. Quien persevera ve la gloria de Dios.

Este es el mensaje que quiero ofrecer a los jóvenes: confiad, avanzad; Dios hace el resto.

Una celebración luminosa y colmada de gracia.

En esta asamblea inmensa y orante resonaba con fuerza mi lema: «Mi gracia te basta.»

Una palabra que sigue siendo para mí un proyecto de vida, un camino de amor, perdón y fidelidad.

En este año jubilar, sigo siendo peregrina de esperanza, agradecida a Dios, a mis hermanas, a mi familia biológica y a todos los que caminan conmigo. ¡Alabado sea Jesucristo por siempre!

Hermana Yvette MONEMOU, R.A África Occidental.