En el último Capítulo General de las R.A nos animó el lema: “Impulsados por el Espíritu, arriesguémonos en las fronteras”. Como comunidad inserta en La Rioja –Argentina, sentimos el llamado a ir más allá de lo conocido, en nuestro servicio misionero, a otear nuevos horizontes y escuchar los nuevos desafíos en la evangelización. Esta actitud nos abrió los ojos y el corazón; y encontramos en nuestra cotidianidad jóvenes tirados al borde del camino, despojados de sus vínculos familiares, comunitarios, excluidos del sistema educativo, del sistema de salud, desorientados, casi sin vida. Y tomamos conciencia que, como muchos cristianos, pasábamos a su lado, presurosas para ir a nuestros encuentros de catequesis, a la misa, etc. Regresábamos, y ellos seguían ahí, esperando que alguien los mire y se compadezca, los cure, los levante y les dé una nueva oportunidad de vida. En comunidad, escuchamos y discernimos esta realidad que viven muchos jóvenes en nuestro barrio, debido al consumo problemático de sustancias; presentamos un proyecto a la Congregación para que nos ayudara a construir una casa. Y decidimos unirnos a otros que ya estaban trabajando en este servicio. Nos organizamos, laicos y hermanas, en torno al joven herido al borde del camino, y acompañamos la vida, y no solo a alguien con consumo problemático de sustancias.
Nos sumamos a una nueva pastoral, a una iglesia que primerea, que vive en salida, que se involucra, que acompaña y vive como familia. Somos parte de la “Familia Grande de los Hogares de Cristo”. Un espacio comunitario para acompañar y recibir la vida de personas en situación de vulnerabilidad social y/o en consumo de sustancias, donde buscamos ser un Hogar, recibiendo “la vida como viene”. Articulamos con diversas áreas y organismos del Estado Provincial y Nacional, para un abordaje integral en toda su complejidad. Queremos vivir una Pastoral que sea reflejo de un Dios misericordioso. Por eso buscamos “recibir la vida como viene” y hacerle un lugar, sin juzgar, sin condenar. En el Centro Barrial, los jóvenes pueden terminar sus estudios primarios, realizan distintos talleres y actividades deportivas, juegos, paseos, meriendan y cenan juntos. Los que tienen problemas con la justicia, son acompañados por abogados de la Pastoral Social Diocesana. También, hacemos red con Instituciones del estado que trabajan con adicciones, ahí, pueden recibir un acompañamiento psicoterapéutico. Las madres de estos jóvenes, son acompañadas por la Trabajadora Social, y una madre que coordina el grupo. Los que han sido condenados y están presos, son asistidos.
Como prevención, realizamos distintas actividades con niños y pre-adolescentes, los cuales reciben la merienda. El objetivo es generar nuevas condiciones de integración para los jóvenes en situación de vulnerabilidad. Una mirada integral de formación que incluya los valores de la fe y, la generación de oportunidades de trabajo vinculadas al “Cuidado de la Casa Común”.
Hna. Mercedes Frogel R.A. Provincia Atlántico Sur