Imagen: Jesús está entre los que van a recibir la comida.
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Original Castellano
EXPERIENCIA JPICS - Comunidad de NISHINARI, Japón - PROVINCIA ASIA PACIFICO
Nishinari es un distrito de la gran ciudad de Osaka, muy popular, en el que se encuentra Kamagasaki、un barrio muy pequeño, famoso por el “Centro de trabajo jornalero para la Construcción”, hace ya más de 50 años, donde vienen de todo Japón a buscar trabajo. Contratados por un día y sin ninguna seguridad social, viven en una situación muy precaria e insegura. El trabajo es muy peligroso y duro. Poco a poco dejan de ser contratados y al no poder seguir enviando dinero a la familia, algunos se quedan aquí y viven de la venta de cartón, papel, latas etc. Muchos terminan durmiendo en la calle. Piden trabajo, no limosna.
Al no tener domicilio fijo, no tienen ningún papel de identidad, no están inscritos en la municipalidad, están fuera de la sociedad, son personas inexistentes.
Ellos mismos reclaman sus derechos, ayudados por diferentes grupos: sindicatos de obreros, activistas, defensores de los derechos humanos...no se mueven por ideología, el centro de todas las actividades es la persona marginada, empobrecida. Esta también la iglesia
Cristianos (protestantes y católicos) religiosas, algún sacerdote y budistas, colaborando juntos. Es un “macro ecumenismo”
Se preparan comidas en los parques, donde van cientos de personas a comer. Por las noches se hace el patrol recorriendo los lugares donde están durmiendo, se reparten mantas, “niguiri” (bolas de arroz), sopa etc., y ahora mascarillas; si es necesario se llama a la ambulancia. Y al lado de esta ayuda, también necesaria, siempre reclamando al gobierno por justicia lo que es de su responsabilidad.
En comunidad ahora somos 4 hermanas: María Christina, superiora, María Tsuneko, Verónica Miki y María de Pazzis。 No tenemos ninguna obra propia de la comunidad. Todas las hermanas colaboramos en diferentes sitios, sin ser ninguna de nosotras líder en la misión. Una hermana va al jardín de infancia de Mino, otra hermana participa en “el teléfono de la Esperanza”. Ayudamos también en la organización “SINAPIS” de la diócesis de Osaka, para acoger a los refugiados que vienen de muchos países y ayudarles colaborando con los abogados, a obtener los visados. Vamos también a visitarlos cuando están en el centro de detención.
Nuestra principal misión es aquí, en Kamagasaki; colaboramos en la preparación y distribución de las comidas en el parque, el patrol de las noches, el contacto diario con la gente, hablando con ellos. Vamos a las manifestaciones y reuniones para reclamar al gobierno lo que se les debe en justicia. Últimamente se ha conseguido del gobierno que cambie la manera de distribuir la ayuda económica que se ha dado, con motivo de la pandemia, a todos los habitantes de Japón, y que ellos, por no tener “domicilio fijo” no podían recibir y así la han recibido. Es impresionante la fuerza de convicción con que hablan al defender la dignidad de toda persona humana, sea cual sea su situación. Un representante del gobierno confesaba a un líder del sindicato: “hemos aprendido mucho en estas reuniones...”
En comunidad compartimos las experiencias personales, lo que hemos visto y oído lo que cada hermana vive. Y esto nos enriquece. Una de nuestras experiencias comunes es ver que el Evangelio está presente aquí, que lo viven. No son cristianos (es decir no han recibido el bautismo) pero viven lo que Jesús hizo y nos dejó como lo más importante: ponerse siempre del lado del que más lo necesita. Realizamos que el Evangelio no es nuestro, no es propiedad de los cristianos; el Evangelio es Patrimonio de la Humanidad. El evangelio no es para transmitirlo, es para vivirlo. Vivimos con “los santos de la puerta de al lado”
Aquí vemos mucha humanidad. En el patrol por la noche, cuando ofrecemos una manta, a veces la respuesta es: “yo no necesito, dásela a este que está a mi lado, anoche tosía mucho.” O cuando damos la bola de arroz: “yo ya he comido hoy, dáselo a otro que lo necesite “El tener la misma experiencia de sufrimiento, les hace mucho más sensibles al sufrimiento de los demás. La noche de Navidad cuando vamos al patrol después de asistir a Misa, nos encontramos en la realidad con Jesús, en estas persona durmiendo en la calle porque “no hay sitio para ellos en la sociedad” como no lo hubo para María y José.
Un día me encontré con Fuji Yan, un activista defensor de los derechos humanos, que acababa de salir de la cárcel donde había estado por haber organizado manifestaciones con las personas sin techo, para reclamar pacíficamente trabajo y techo. Me dijo, con una convicción impresionante: “Es la octava vez que he estado en la cárcel, pero nunca fue por hacer algo malo; siempre fue por defender a tantos que duermen en la calle y reclamar para ellos lo que se les debe en justicia. No puedo pasar de largo y callarme, cuando los veo así “Fue para mí como un estallido de Evangelio.... Me imagino la escena de Mateo 25 cuando Fuji Yan, que ya ha muerto, y llego al cielo: Ven, bendito de mi Padre, porque estaba durmiendo en la calle y reclamaste para mí, y continuaste haciéndolo, a pesar que te llevaron 8 veces a la cárcel...
De todo Japón y también de otros países, vienen a hacer estaje aquí y conocer el sistema de trabajo de Japón y la realidad de los derechos humanos. Muchos colegios, en los programas de formación a los Derechos Humanos, las Justicia etc., organizan visitas de 2 o 3 días a Kamagasaki para conocer, desde aquí, la realidad de la sociedad en que viven. Ayudan en los diferentes trabajos, pero vienen para aprender. Quedan muy impresionados. Algunos de ellos volvieron unos anos después a quedarse y están entre los comprometidos en Kamagasaki hoy día. Nosotras participamos mucho en estos momentos de formación, vamos con ellos por todo Kamagasaki ayudándoles a comprender lo que se vive aquí, y respondiendo a sus preguntas. Cuando comparten al final lo que han sentido y vivido, es muy emocionante, dicen siempre que esto no lo aprenden en el colegio o Universidad.
Del colegio de Mino todos los años viene un grupo de alumnos y también de los colegios de Manila y de Bordeaux , cuando vienen a Japón a hacer un estaje en el colegio de Mino.
Aquí, en Nishinari, no conocen a María Eugenia; no tenemos “Asunción Juntos”.
Eso no quiere decir que María Eugenia no esté presente. María Eugenia está presente en Kamagasaki a través de cada una de nosotras y estamos seguras que está feliz de encontrarse a cada momento con estas personas empobrecidas y descartadas de la sociedad. Ella que nos dijo, al principio de la fundación, con relación a la clausura:
“Para nuestras salidas, nuestra verdadera razón es este miedo a no ser siempre suficientes hermanas de los pobres si dejamos de verlos y olvidamos las realidades de la vida…”
Aquí tenéis un pequeño resumen de lo que vivimos. Esperamos que en estas líneas mal redactadas haya podido pasar un poco la experiencia que Dios nos da a vivir.
María de Pazzis(Comunidad de Nishinari )