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«¡Cristo ha resucitado! La alegría que transforma nuestras vidas» ¿Cómo vivir la Pascua en nuestra vida cotidiana?

eventMartes, 22 Abril 2025

Vivir la Pascua en lo cotidiano, para mí, es aceptar y reconocer la tristeza, la ira y el miedo a no lograr lo que deseo. También implica saber nombrar mis emociones. Todo esto me permite experimentar la alegría profunda de la Pascua en mi día a día. Esta actitud interior no es una ausencia de dolor, sino una forma de paz interior, una fuerza que me permite atravesar las tormentas manteniendo el sentido de la vida y encontrando momentos de luz en la oscuridad.

Hna. Rosa

Provincia de Madagascar

 

   

Para mí, vivir el tiempo de Pascua en lo cotidiano es experimentar la alegría y la esperanza a través de lo diario, dejándome transformar por Cristo. Por eso, presto atención a los signos de vida a mi alrededor: la naturaleza, los encuentros, los gestos de amor... Ser testigo de la bondad de Cristo significa estar presente para los demás, animar, servir incluso en las cosas pequeñas, sin esperar nada a cambio. Sea lo que sea que atraviese en mi día a día, acojo la novedad de Dios para renovarme. Finalmente, me alimento de la Palabra de Dios y de los sacramentos: a través de la celebración eucarística diaria, vivo plenamente el tiempo pascual.

Hna. Eliane de la Encarnación

Provincia de Madagascar

 

 

Vivir la Pascua a diario, para mí, es compartir con los que me rodean lo poco que tengo, ya que veo que hoy muchas personas no logran cubrir sus necesidades básicas por falta de medios. Por ello, he adoptado un estilo de vida en el que evito comer fuera de los horarios de comida. También hago sacrificios, como renunciar a ciertos hábitos, por ejemplo, ver películas, para dar espacio a la oración del rosario y otras oraciones cotidianas.

Sra. Betty (A.E.)

Provincia de Madagascar

   

 

Para mí, la Pascua es vida, renovación, promesa de amor cumplida y esperanza. Es creer que es Dios quien tiene la última palabra sobre nuestras vidas. Por eso, vivir la Pascua cada día implica que mi relación con los demás y conmigo misma refleje siempre esta conexión con la vida. También la vivo a través de mi fidelidad y mi deseo de participar en la misa diaria, para alimentar mi jornada con Dios. En los momentos difíciles, respiro y permanezco firme, con una paz interior que me viene de Cristo. Estoy convencida de que no estoy sola, pues Cristo Resucitado me dice: “Y yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28,20). Como hermana estudiante, me gusta ofrecer alegría a mis compañeras que tienen dificultades, explicándoles lo que no comprenden, y también recibir con gratitud su ayuda cuando yo la necesito. Mi gran deseo es que esta alegría y paz pascual no desaparezcan nunca de mi corazón.

Hna. Léonie de la Eucaristía

Provincia de Madagascar

 

 

Para mí, la Pascua es un tiempo de gracia, de esperanza renovada y de transformación interior. Es una invitación a vivir plenamente en “la luz de la Resurrección”, dejando atrás todo lo que represente miedo, duda o apegos que me alejan de Dios. Estoy convencida de que el tiempo pascual es una ocasión para renovar mi compromiso de seguir a Cristo, viviendo cada día como una respuesta gozosa a su amor infinito. Esta unión con el Cristo Resucitado es una fuente de fuerza interior, especialmente en los desafíos de la vida consagrada. Es una invitación a irradiar esta alegría entre los demás, a dar testimonio al mundo de esta alegría a través del servicio, la caridad y la educación. Además, es una oportunidad para renovar mi fe y dejar que la esperanza pascual ilumine mis pasos. Finalmente, la alegría de la Pascua se manifiesta para mí en los gestos sencillos del día a día: una sonrisa dada con amor, una tarea realizada con humildad, una palabra de consuelo para quien la necesita.

En resumen, la alegría de la Pascua es, para mí como religiosa de la Asunción, una fiesta de transformación, en la que encuentro en Cristo Resucitado el amor, la fuerza y la esperanza para vivir plenamente mi vocación y compartir esta luz con los demás. Vivir la Pascua cada día es elegir la vida, la esperanza y la confianza en Jesús resucitado.

Hna. Marline de la Santísima Trinidad

 Provincia de Madagascar