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Evangelizar en la red

E eventDomingo, 17 Noviembre 2024

Todo en nosotros comunica. No sólo la manera de hablar o de expresarnos, si no también nuestra manera de vestir, nuestros gestos, nuestra forma de reaccionar ante cada situación. Podemos utilizar estos signos para contar de manera no verbal cómo nos sentimos, para transmitir una emoción, para causar un efecto en nuestro interlocutor, pero también para determinar cómo se encuentra la otra persona.

Somos sociales. Comunitarios. Y necesitamos estar cerca de los demás. Sentir que formamos parte de un grupo. Y para ello necesitamos comunicarnos. Pero, ¿cómo llegar a los corazones cuando las conversaciones están “pasadas de moda”? En un mundo en el que los textos profundos se dejan de leer, en el que la rapidez forma parte de lo cotidiano, en el que el éxito de las personas se basa en la cantidad de relaciones sociales. ¿No debemos estar presentes en ese ámbito digital para así poder relacionarnos con ellos? Como dijo el Papa Francisco en el Sínodo 2018, « Los jóvenes piden autenticidad y cuando la encuentran en nuestros santos, como Santa Mª Eugenia, en nuestra sonrisa, nuestra entrega, nuestra alegría y nuestro esfuerzo de ser familia, "entonces se cuestionan, se ponen en camino y deciden tomar sus vidas con sus propias manos"».

Únicamente con las redes sociales como se puede llegar a ellos. No solo a los jóvenes, si no a cada vez más gente que las utilizan a diario. Sólo así hablaremos su idioma y estaremos presentes en su escala de prioridades y en su vida real, aunque sea digital; siendo conscientes que estaremos sembrando a veces en terreno yermo y a veces en tierra fértil, donde algún día dará fruto.

Solo estando presentes en el mundo analógico podremos establecer una comunidad digital con sentimientos basados en la confianza. Escuchar sus preocupaciones para así poder dialogar con ellos sin quedarnos en lo superficial sino ahondando en lo profundo y dándoles respuestas que no encontrarán en otro sitio.

Preocupaciones existenciales, desasosiegos, inquietudes, duelos, tristezas… estados y emociones muy humanas por las que todos pasamos y de los que hay sobreinformación en la red pero que sin fe y sin apoyo es complicado superar.

¿No está siendo ahora, en tiempos del covid19, herramienta para todos? Contacto entre familias y comunidades, fuente de recursos y de inspiración, manera de trabajo para mucha gente que debe quedarse en su casa para frenar la propagación del virus. Internet y las redes sociales están siendo salvación para trabajos y conversaciones, para que todo siga funcionando. Fomenta la unión de todos, aunque todos estemos encerrados.  

«Estamos llamados a ser "el apóstol Pablo digital" del tercer milenio», nos dice Francisco. Debemos estar presentes en este entorno. No sólo para dar ejemplo de nuestras vidas, si no para acercarnos y evangelizar al alejado.

A través de las redes sociales podemos llegar a muchísima gente. Podemos observar cómo cada vez más y más religiosos están presentes y se convierten en auténticos influencers que promueven una manera de pensar religiosa pero cercana a laicos y alejados.

Debemos estar presentes para utilizarlas como recurso para la comunión, para acercarnos a experiencias lejanas a nuestra vida, para redescubrir la belleza de nuestra unión con el prójimo, para favorecer el encuentro. Debemos utilizarlas no como fin, si no como recurso. Evitando hacerlo exclusivamente en nuestro beneficio o como fuente de información. Intentando no quedarnos aislados de nuestro entorno. A través de las redes sociales, debemos convencer, especialmente a los jóvenes, a que se impliquen en nuestras comunidades y misiones.

Quizá algún día podamos pasar del aislamiento y egoísmo que promueven los valores actuales a una apertura social, pasar de hablar a través de internet a hablar “en vivo”, pasar de una cultura digital a una cultura del encuentro; y, como dice el Papa, pasar del “like” al “amén”.

 

Almudena de la Torre

Equipo de Comunicación