El corazón humano tiene muchas hambres: hambre de intimidad, de significado, de alimento, de compromiso, de entregar la vida totalmente.
La vida religiosa es una vida de entrega total a la voluntad de Dios, mirando al futuro con la expectativa de que lo que Dios ha prometido se cumplirá. La gente puede pensar que la vida religiosa consiste principalmente o únicamente en renunciar a cosas, como el matrimonio, los hijos y los bienes. ¡Para nada! Hay mucho que ganar cuando uno es llamado a ser hermana (monja), sacerdote o hermano.
La vocación es un regalo de Dios de doble dirección, como dice el Evangelio de San Juan: "Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia" (Juan 10:10). Como religiosa, una hace muchos sacrificios, como en cualquier compromiso de vida. Personalmente, he descubierto que los sacrificios que hago libre y voluntariamente me ayudan a ser una mejor persona. Me han dejado libre para vivir mi vida religiosa plenamente. Hoy en día, nuestra sociedad nos dice que necesitamos constantemente más, algo más grande, lo último y lo mejor para ser felices.
Los consejos evangélicos, es decir, los votos de pobreza, castidad y obediencia, son comunes en la vida religiosa y se viven y experimentan de diferentes maneras. Vivir estos votos permite a una religiosa enfocar todo su ser en Dios y su pueblo. Estos votos se hacen públicamente y son aprobados por la Iglesia.
La pobreza nos llama a vivir con sencillez, a compartir con los demás, a estar satisfechas con lo que tenemos. Es un desprendimiento gozoso. La felicidad y la autoestima no dependen de lo que tengo o de lo que hago, sino de seguir a Jesús y a sus primeros discípulos.
Obediencia: Hacer un voto de obediencia no siempre es fácil. Vivir una decisión que no es fruto de mi propia reflexión o iniciativa puede ser difícil. Una vida de oración auténtica ayuda a una religiosa a buscar la voluntad de Dios de muchas maneras, por ejemplo, a través de las Escrituras, los acontecimientos de nuestra vida y las inspiraciones del Espíritu Santo. Aceptar cambios y desafíos que no provienen inicialmente de una misma puede conducir gradualmente a un crecimiento que nunca se podría haber imaginado porque Dios escribe derecho con líneas torcidas.
Celibato: Como seres humanos, reconocemos nuestra necesidad de amar y ser amados personalmente. El voto de celibato abre y da poder al corazón de una religiosa para amar incondicionalmente. Su elección de hacer de Jesús la relación principal en su vida le llama a abrazar con alegría el estilo de vida célibe.
La historia infinita de la llamada de Dios todavía se escucha, se responde y se renueva en nuestro siglo XXI. Esto se hizo patente en nuestra Provincia de África Oriental el 15 de agosto de 2024, cuando nuestras cuatro hermanas, Rose Marie, Grace Theresia, Devota Emmanuel y Martina Eugénie, hicieron sus votos perpetuos, entregando totalmente sus vidas a Dios en la Congregación y en la Iglesia. La Hna. Peter Mary celebró sus sesenta años de vida religiosa renovando su compromiso de seguir respondiendo a la llamada de Dios. La Hna. Agatha Emmanuel celebró sus cincuenta años de votos religiosos en la Congregación de las Religiosas de la Asunción y en la Iglesia. Las dos celebraciones—votos perpetuos y jubileo—pusieron en evidencia la historia infinita de la llamada de Dios y de la fidelidad a sus promesas. Estaban presentes cientos de personas de diferentes edades y estatus: niños, estudiantes, padres de las hermanas, maestros, religiosos, amigos y colaboradores. Hubo momentos grandes y conmovedores cuando los padres acompañaron a su hija, pronunciando sus votos (...seguir a Cristo hasta la muerte), prosternándose como signo de entrega total, y bailando su canto de alegría como signo de gratitud a la fidelidad de Dios. Fue realmente una celebración sinodal.
Todos estamos llamados a vivir los consejos evangélicos porque ponen límites y fronteras a nuestros impulsos y deseos humanos. Esto nos hará centrarnos en lo divino debido a la historia interminable de llamada de Dios, ya que nos ha creado para un propósito..