La Provincia Atlántico Sur - Brasil y Argentina – sigue tratando de enfrentar esta pandemia que afecta a todos con coraje y fe. En ambos países, está claro que los gobiernos buscan, a su manera, responder con diversas medidas a esta crisis de salud.En Argentina, el aislamiento social se promulgó el 20 de marzo, cuando solo dos personas habían muerto y esto marcará la diferencia al final. El gobierno está ayudando a trabajadores informales y a los desempleados. Hay muchos gestos de solidaridad entre vecinos: comedores comunitarios, etc.
Desafortunadamente, en Brasil, en esta fecha, el presidente aún no había hecho prácticamente nada, y su principal preocupación no era, y no es, salvar vidas, sino la economía. El 31 de marzo, se anunció un aporte de 88,2 mil millones de reales, para ayudar a los estados y municipios en la lucha contra el coronavirus.
Siguen otras medidas para enfrentar la pandemia y la gente está aún en aislamiento social en un intento por frenar el número de muertes, cuyas estadísticas están creciendo cada día.
El pueblo en general está tratando de obedecer a la regla básica para evitar el contagio: quedarse en casa. Gran desafío para quienes viven en las innumerables villas miseria (en Brasil hay 14 millones de personas) donde incluso falta agua para lavarse las manos.
Sin embargo, esta crisis tiene su lado positivo, los gestos de creciente solidaridad se multiplican en las situaciones y entornos más diversos: la recolección de alimentos y dinero que se distribuyen entre aquellos que no pueden trabajar, especialmente los trabajadores informales y autónomos; voluntarios que se presentan para colaborar, ya sea comprando para la gente mayor que no puede salir de la casa, o para hacer mascaras domésticas, etc.
Para las personas que viven en la calle, que solo en Brasil suman más de 100.000, algunas acciones también se están desarrollando como refugio en albergues, con comida también para sus perros, fieles compañeros. Los edificios que pertenecen a la Iglesia Católica se asignan para que puedan albergar a las personas sin hogar y para la construcción de hospitales de campaña.
En el contacto que tenemos con nuestras familias a través de las redes sociales, descubrimos que en el campo de las relaciones todos ganan, ya que el tiempo también favorece la profundización de la vida familiar con más cariño; la tolerancia está dando pasos, incluso si son tímidos. Es un vivir para la familia. La relación con Dios también crece, la fe, el abandono entre sus manos y la certeza del amor filial.
Como provincia, tratamos de participar en el sufrimiento de nuestra gente uniendo fuerzas con gestos de compartir y solidaridad, buscando aliviar el sufrimiento de los más vulnerables y excluidos. Por lo tanto, elegimos no participar en una reunión ya programada fuera de la provincia e invertir los valores a favor de las víctimas de la pandemia. A su debido tiempo, el consejo hará un nuevo calendario provincial. Hasta esta fecha, ninguna de nuestras hermanas ha sido afectada por este virus y esperamos que sigamos respetando las pautas, para que pronto podamos reanudar nuestra misión cada vez más fortalecidas en la fe.
La Pascua de Resurrección de este año será diferente para nuestra provincia y para cada una de nosotras porque ya está sucediendo cuando cada una desde su lugar, contribuye de muchas maneras para que la vida sea la máxima prioridad. Y, por cierto, todas saldremos más fuertes como mujeres consagradas, Religiosas de la Asunción. Y como dice una vieja canción: "La Pascua es todos los días".
( Hermana Maristela Correia Costa)