EL MUNDO SE CONVIERTE EN UNA NOVEDAD por Kristine Lomeda, Novicia
Imaginaos estas escenas: Las 24 h que hay de tráfico a lo largo de la carretera principal de Manila, Filipinas, no existe; las calles transitadas y ruidosas de los barrios bajos de Tondo y los gritos de niños y hombres que juegan en miles de canchas cubiertas, en ruinas justo en medio de las chabolas del gran Metro de Manila - han desaparecido; los centros comerciales, el "verano" diario de descanso de los ricos y las clases medias dejaron de funcionar; a miles de milenios, los conciertos y las reuniones están prohibidos. Para los pobres, sus escapadas para "pequeñas charlas" mientras barrían sus fachadas se cortaron, los asalariados tuvieron que buscar formas creativas para mantener a sus familias vivas durante las próximas semanas. En estos últimos días, los que están en la primera línea ya no son los que tienen armas y coches patrulla ni tanques, sino los que tienen guantes y mascarillas, los que llevan equipos de protección personal que aíslan sus cuerpos del enemigo invisible. Estas imágenes y no otras, son las que hay que contemplar ahora, al menos aquí en Filipinas.
Y, en un abrir y cerrar de ojos, las escenas cambian de nuevo, a cada uno se le dice que se quede en casa - esa es la nueva cara de la caridad. A cada familia se le dice que siga las normas indicadas, sutilmente, para mantenerlas a salvo y vivas en los próximos meses. Cada país refuerza sus medidas de seguridad para salvar vidas. El mundo de repente se apresuró a volver a lo esencial. Y en un momento dado, debido a este Nuevo Coronavirus 2019, una nueva perspectiva está emergiendo lentamente - que el mundo de repente pasa por sus meses de "Noviciado" - un tiempo y espacio apto para permitir a todos RECONOCERSE, RECONECTARSE, para CONECTARSE de nuevo - a la misma FUENTE de nuestra existencia.
La Cuarentena Comunitaria reforzada parecía ser como la de un tiempo apartado de todo lo que ocurre, en el exterior. Ver las cosas desde una perspectiva diferente, más grande y significativa - una renovación. Uno notaría un aire fresco que ha estado soplando desde que comenzó esta pandemia si tan solo fuéramos lo suficientemente conscientes para estar quietas y saber que Él está haciendo nuevas todas las cosas.
En el Noviciado, todo se desprende, de la oración y así también en el mundo de hoy - cada cual, cada familia, trata de dar a luz una nueva forma de rezar juntos - que por desgracia durante el advenimiento del nuevo milenio estaba desapareciendo
Como las novicias, el mundo se pregunta qué hacer y cómo hacer las cosas, porque es lo mejor para este momento. Para aquellos que han estado viviendo una vida despreocupada - la obediencia puede ser un auténtico combate. Pero si uno considera que es vital para la comunidad y para el país, la humildad de obedecer y confiar en que nuestro gobierno y los que nos cuidan, saben y están haciendo lo mejor para todos. Aprendemos a confiar más en Dios porque todos nuestros proyectos se han detenido - Dios toma ahora el control de nuestro viaje. Nuestro AHORA es que aprendamos a vivir día a día.
Tal vez la tierra, también, está respirando lo mejor que puede. Sólo en este momento en que hemos dejado de contaminar nuestro hogar común, si hay algo que vale la pena agradecer, es esto. Que demos un respiro a nuestro medio ambiente. El momento en que las naciones de primera clase están deteniendo sus producciones y fábricas. Cuando en las autopistas del mundo no circulen coches. ¿Nos hemos tomado el tiempo para detenernos al amanecer y admirar los rayos dorados que ahora podemos ver claramente? ¿O nos hemos tomado incluso el tiempo para admirar fijamente la belleza de la puesta de sol? Tal vez el vasto mar también se esté divirtiendo también cuando las playas están vacías, cuando los barcos están atracados. La Madre Tierra probablemente nos agradece que le hayamos permitido respirar de nuevo.
Para nosotros, la Comunidad del Noviciado, de repente estamos en casa lejos de nuestra casa. Nos encontramos con nuestras grandes comunidades aquí en la Asunción de San Lorenzo. También aquí, encontramos un soplo de aire fresco, que, en este momento de pandemia, estamos con nuestras Hermanas - para rezar juntas, para actuar juntas y responder a la llamada PRESENTE de nuestro tiempo. Desarraigarse de nuestra realidad como comunidad de formación es ya un desafío. Ser lanzado repentinamente a una dinámica y contexto diferente nos invita a ampliar nuestras perspectivas y el conocimiento de uno mismo. El mismo don de las dos comunidades de Caná y Emaús nos ayudó a entrar en otro camino de formación: continuar alimentando nuestro sentido de pertenencia a una comunidad más amplia. Ahora más que nunca, estamos aprendiendo que la formación no sólo está en los cuatro rincones de la Casa del Noviciado, sino que va más lejos de lo que nuestras disposiciones puedan abarcar.
Estamos aquí hace más de un mes, y a nuestro entender, junto con las otras dos comunidades, tratamos de hacer un servicio a nuestros compatriotas, que están arrostrando la batalla contra nuestro común enemigo invisible - COVID 19. La semana pasada fue para nosotros una experiencia de ser "Marta y María", para responder a las necesidades de nuestros soldados y de algunas familias pobres de nuestro entorno, proporcionándoles paquetes de almuerzo y de comida, respectivamente.
En cuanto al resto de las hermanas, nos comprometemos a rezar el rosario todas las noches para pedir la intercesión de Nuestra Señora en estos tiempos difíciles.
La bendición “Urbe et Orbi” del Papa Francisco nos da una clásica interpretación de que "la esperanza surge eternamente". El Papa no prometió un milagro repentino para acabar con esta pandemia. Pero nuestra esperanza se deriva de esto: que Jesús está con nosotros durante toda esta prueba. Él es nuestro "Emmanuel" y nunca nos abandona. El momento ha llegado, sólo podemos esperar la llamada de un nuevo día. Puede que estemos atravesando el tiempo de Cuaresma más larga de la historia, pero siempre se nos promete una Pascua, una resurrección gloriosa y llena de esperanza. ¡Porque siempre seremos el pueblo de la Pascua!