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Provincia de África de Este: El oro resplandeciente

P eventSábado, 06 Septiembre 2025

El respeto a los mayores es un valor fundamental en la cultura africana, pues la persona anciana es considerada más sabia y experimentada. Ellos son custodios de la sabiduría, de las tradiciones y de la experiencia. Son pilares de fortaleza, aliento y estabilidad.

Como comunidad, sentimos una gran alegría al recibir la visita de los sacerdotes ancianos del Centro de Longuo. Fue un tiempo de aprendizaje y de redescubrimiento, recordando que la respuesta a la llamada de Dios siempre es nueva. Sus testimonios sobre su vida sacerdotal, sus relaciones y su encuentro con las Religiosas de la Asunción desde los inicios de nuestra fundación en Mandaka en 1959, resultaron profundamente conmovedores. Manifestaron una sincera gratitud por el apoyo recibido de las Hermanas durante su etapa de seminaristas, ya fuese en la formación académica impartida por alguna de ellas, o en los primeros pasos como jóvenes sacerdotes. Cada uno compartió una historia única, mostrando un vivo deseo de reconectar y de crear vínculos significativos.

Nos impresionaron su alegría y plenitud en la vocación, incluso en medio de los retos propios de la edad avanzada y la fragilidad de la salud. Se mostraban atentos unos con otros, compartían y vivían auténticamente la vida comunitaria, conviviendo con gozo y prestándose ayuda mutua. Se sintieron muy en casa con nosotros, y nosotros experimentamos un profundo recogimiento y un fuerte sentido de conexión. ¡Fue un verdadero reencuentro familiar!

Uno de los sacerdotes, Monseñor Filbert Aikambe, había sido compañero de clase de la Hna. Costa en la escuela primaria. Fue un momento entrañable de recuerdos, de historias antiguas que cobraron vida en el presente. Expresaron además su deseo de visitar las comunidades y apostolados cercanos de la Asunción, pues reconocían la calidad y el valor de la educación ofrecida por las Hermanas. Su cultura del cuidado era algo natural y espontáneo: sabían con exactitud lo que cada uno necesitaba, desde un medicamento hasta un breve descanso.

Tras este maravilloso encuentro matutino, celebramos juntos la Eucaristía en nuestra capilla. Ni la edad ni los problemas de salud les impiden celebrar la Eucaristía, que sigue siendo la fuente y culmen de su vida cristiana y sacerdotal, celebración de alabanza y acción de gracias a Dios. Dan testimonio de una fortaleza interior y no muestran arrepentimiento alguno por haber elegido la vida sacerdotal, pues nunca se jubilan del ministerio: mantienen siempre su identidad. Se sienten cada vez más agradecidos y realizados en su sacerdocio.

En junio de 2025, el P. Lui celebró su Jubileo de Diamante: 75 años de sacerdocio y su 105 cumpleaños. ¡Gloria y alabanza a Dios por este testimonio extraordinario de sus bendiciones! Con el P. Lui damos gracias al Señor por su fidelidad en la vocación sacerdotal. Todo parece resonar en una misma afirmación: “Mayor edad, mayor alegría”.

Aprendimos que la edad no es un obstáculo para la alegría ni para la capacidad de amar. Sus relatos de superación nos transmitieron una valiosa lección de coraje, determinación y paciencia. Nos enseñaron a valorar cada instante, a dedicar tiempo a lo verdaderamente importante, porque cada momento cuenta. A cultivar los lazos con nuestros seres queridos, pues nos hace más conscientes y nos recuerda la prioridad de las personas sobre las cosas.

Hagamos todo lo posible por conectar con la generación mayor.