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Provincia de España: Corpus Christi: belleza, arte y evangelización

P eventLunes, 22 Julio 2024

"El cuerpo de Jesucristo y su sangre que nos son entregados en la Eucaristía, nos dan fuerza para ser testigos suyos ". (Instr. 08.04.1882)

 

La solemnidad en la fiesta del Corpus Christi nos traslada no solo a la grandeza de quien contempla a Dios en un trozo de pan, sino que, Dios se manifiesta por medio de la liturgia solemne, de las custodias, palios o alfombras de tierra y sal, altares en la calle que quizás nos suene a tiempos pasados, pero que es fruto de la tradición que con carácter renovado ofrecen generación tras generación todo lo que tienen, para que, como dice el refranero español, ese jueves de Corpus reluzca como el sol: “tres jueves hay en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión”.

La belleza del arte se pone al servicio de la evangelización, basta con contemplar la escena, para reconocer la grandeza de quien avanza a paso procesional sobre ella. El papa Francisco, sintetiza de forma magistral esta idea para la Asociación de artistas “Diaconie de la Beauté” en su décimo aniversario, “Si hay belleza, es porque Dios es bueno y nos la da. Y esto nos da alegría, nos tranquiliza, nos hace bien. El contacto con "la belleza nos eleva, siempre, la belleza nos hace ir más allá". Despertando y sosteniendo la fe, "es un camino para ir al Señor".  Y como la muchedumbre que seguía al maestro por los caminos de Jerusalén, se preparan alfombras para que a su paso se entone la victoria de Cristo, Verbum caro, panem verum.

La fiesta del Corpus Christi en nuestra tradición popular y religiosa, supone una gran celebración en la que el pueblo llano homenajea y alaba al Señor a través de muchos gestos y signos.

Para La Asunción El Espíritu de adoración que nos caracteriza se traduce de un modo privilegiado en la adoración de Cristo en el Santísimo Sacramento expuesto”, “Cristo, adorador del Padre… expuesto… es quien reúne a su pueblo”.

Por eso a lo largo y a lo ancho de nuestra geografía española en muchas ciudades, pueblos y villas, esta vivencia se expresa con un gran sentimiento religioso que está profundamente arraigado tanto en el pueblo de Dios y como en la propia Iglesia.

Las alfombras de tierra de diversos colores, tiñen las empinadas calles de la Noble y Leal Villa de la Orotava en Tenerife. Artesanos y artistas elaboran los tapices y pasillos por donde pasa la procesión. En la Plaza del ayuntamiento, el pavimento se convierte en un tapiz inmenso, que cada año ofrenda a una realidad, y que este como signo de comunión y solidaridad se dedica a Ucrania, y a nuestra isla hermana de la Palma, azotada por la fuerza del volcán de Cumbre Vieja. Estas dos realidades que van desde lo universal a lo local, se ponen a pies del Señor en muchos de los tapices y alfombras en toda la geografía española, además de otros símbolos que manifiesta las tradiciones populares de distintos pueblos, por ello, podemos encontrar otros símbolos: el camino de Santiago en su año Jacobeo, y largas pasillo que con ramas de brezo y tomillo que dan aroma a todo el recorrido.

Arte efímero, que tarda semana en elaborarse, y que en un día desaparece al paso de tan alabado Señor, que bendice a su pueblo en tan sublime unión de lo temporal con lo eterno, de la tierra con el cielo.   

En la isla de la Palma, las familias prestan sus joyas y alhajas para los arcos triunfales, que adornan la Villa de Mazo, que con olor a flores y recubierta de colores canta al unísono al Amor de los Amores.

En Toledo, el Corpus está cuajado de historia y tradiciones, arte, espiritualidad y colorido. La magnífica custodia del siglo XVI, el objeto más importante de cuantos se guardan en la Catedral Primada, recorre las calles engalanadas de Toledo en la procesión del Corpus. Así se marca el día más grandioso en el calendario de la ciudad es por tanto el elemento más esencial de la procesión.

Belleza, arte y evangelización de una fiesta que tiene su origen en la edad media, por diversos motivos, para rellenar los huecos de calles adoquinadas, y que además llenan de colores y olores las mismas de aquellas primeras ciudades, que como incienso llenen de olor y de esplendor el paso de nuestro Señor.

 

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