«PEREGRINA DE LA ESPERANZA, VIVIR DE CRISTO, CONVERTIR Y RENOVAR LA VIDA PARA LEVANTAR, DAR VIDA A LOS HOMBRES Y A LAS DEMÁS CRIATURAS PARA LA GLORIA DE DIOS.»
Este fue el tema de la sesión de las jóvenes hermanas de la provincia de Madagascar, que tuvo lugar del 22 al 26 de abril de 2025 en Ambohimahasoa. Durante estos días de formación y reencuentro, tuvimos la oportunidad de escuchar al padre Jean Louis RAMANANDRAIBE, quien desarrolló el tema «Peregrina de la esperanza». En su intervención, nos invitó a avanzar sin cansarnos, a caminar de manera sinodal con fe y esperanza, y a avanzar juntas, dejando de lado todo lo que es: hipocresía, celos, rechazo del otro… y revistiéndonos de lo que es: escucha, fraternidad, dominio de sí, alegría, fe, amor y esperanza.
El jueves 24 estuvo dedicado al intercambio de experiencias sobre nuestro camino vocacional y las etapas de formación realizadas fuera de la provincia. Para ello, la hermana Catherine y la hermana Léonie propusieron que dos hermanas de cada grupo de promoción compartieran su testimonio: del grupo Orquídea (2016-2017), grupo Flamboyant (2018-2020), grupo HOPE (2021-2022) y grupo Lumière (2023-2023). También participaron hermanas que recientemente realizaron su formación en otras provincias.
De estos testimonios, comprendimos que es gracias a la oración que descubrimos cada día «quién es verdaderamente Cristo» y que es su Amor lo que nos da el entusiasmo para amarle y hacerle amar. Además, salir de nuestra provincia nos ayuda a conocer e integrar mejor nuestra espiritualidad y nuestro carisma. Al entrar en contacto con otras culturas, aprendemos también a valorar mejor la nuestra, lo que nos permite vivir más plenamente la cultura común de nuestra familia de la Asunción. Ir a otro país o cultura puede dar miedo, pero partir es también un remedio para ese miedo, pues en el camino cultivamos nuestra confianza en nosotras mismas y en los demás.
Es a través de la contemplación y de la interiorización que podemos alcanzar esta confianza y vivirla más profundamente en lo cotidiano. Ante las dificultades, podemos decirnos que todo es gracia y una oportunidad de formación para nosotras.
Terminamos nuestro encuentro fraterno y formativo con una jornada de reforestación, en la que plantamos cafetos como un gesto concreto de cuidado por nuestra casa común y de preparación para nuestro futuro.
«¡El futuro de la congregación soy yo, eres tú, somos nosotras! Juntas, con Cristo y con Santa María Eugenia, ¡podemos lograrlo!»