Del 27 al 30 de octubre de 2025, tuvimos la gran alegría de reunirnos en Kabuye, las hermanas con entre 0 y 10 años de votos perpetuos, para vivir tres días de amistad fraterna, oración y renovación espiritual y vocacional. En nuestra provincia somos catorce hermanas; doce de nosotras, presentes en el lugar o conectadas en línea, respondimos con entusiasmo a esta hermosa invitación.
Estábamos unidas por un mismo deseo: recobrar el aliento en la alegría de nuestra vocación y dejarnos renovar por el Señor. Desde los primeros momentos, la alegría del reencuentro se hizo sentir, creando un clima de confianza y fraternidad. Descubrimos la belleza de estar juntas, de escucharnos y apoyarnos mutuamente en nuestros caminos de vida y de fe. Estos momentos reavivaron nuestro sentido de pertenencia a la familia de la Asunción y la conciencia de ser, cada una, una piedra viva en la construcción de nuestra Asunción hoy.
El tema del encuentro, « La unidad de vida », alimentó nuestras reflexiones, intercambios y oraciones. Buscamos profundizar en lo que significa vivir unidas en Cristo, armonizando nuestra oración, vida comunitaria y misión apostólica. En un clima de escucha atenta y fraterna, compartimos nuestros impulsos, dudas y esfuerzos por conservar esta unidad en un mundo a menudo fragmentado. Este tema despertó en nosotras un fuerte deseo de dejar que Cristo sea el centro de todo y, como nos invita nuestro Espíritu, de unir contemplación y acción, procurando vivirlo todo con una misma fidelidad a Cristo.
Sumergidas en misiones diversas, estas palabras de santa María Eugenia resumen bien lo que aprendimos sobre cómo mantener el espíritu de oración y una vida unificada incluso en medio de nuestras múltiples tareas: « …Cuando estemos en la vida activa, en las ocupaciones, procuremos que el espíritu de oración anime nuestras obras. No vivamos en nosotras mismas; no busquemos dónde hemos llegado, lo que piensan de nosotras, la estima que se nos tiene. Eso es lo que aparta del espíritu de oración. »[1] … « Cuanto más os mantengáis bajo la mirada de Dios en medio de los trabajos y distracciones inevitables de la vida, más fácilmente os recogeréis y os elevaréis hacia Dios en la oración. »[2]
Impulsadas por esta dinámica de renovación, reflexionamos juntas sobre propuestas concretas para nuestra formación continua, con el fin de alimentar nuestro crecimiento humano, espiritual y apostólico. Sentimos la necesidad de intensificar nuestros encuentros de formación para aprender a mantener la mirada puesta en Jesucristo y en la extensión de su Reino.
Expresamos toda nuestra gratitud a nuestra hermana Césarie Marie, quien organizó y animó este encuentro. Al término de estos días de gracia, partimos con el corazón lleno de agradecimiento y esperanza, renovadas en nuestra vocación, más unidas, más confiadas y más enraizadas en Cristo.
[1]. ME, Instrucciones de capítulo, 29 de agosto de 1881 [2]. ME, Instrucciones de capítulo, 23 de julio de 1876