En esta fiesta, contemplamos en María Magdalena a una mujer fascinada por la experiencia del amor del Señor, un amor que despierta en ella una búsqueda ardiente que culmina en una liberación interior y la impulsa a proclamar, la primera, que el Señor está vivo.
María es una mujer en busca de amor. En medio de una búsqueda confusa, cayó en la miseria de una vida alejada de Dios. Sufrió el dominio de las fuerzas del mal, atravesó las tinieblas del pecado y se enfrentó a las heridas que de ello resultaron. Vivió en la miseria de un corazón que busca la felicidad en el vacío, instalándose en un infierno sin salida.
En el momento de Dios, se encontró con un buscador sincero y lleno de amor: Jesús. Su mirada, llena de compasión y misericordia, penetró en el corazón sediento de esta oveja perdida. Jesús la alcanzó en ese crisol de confusión, interrumpió una búsqueda marcada por el apego posesivo, la tranquilizó, la levantó y la transformó en una mujer enamorada, aunque aún centrada en sí misma, hasta la mañana de Pascua.
«El amor de Cristo nos apremia, al considerar que uno solo murió por todos, y por tanto, todos murieron. Y él murió por todos para que los que viven ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos» (2 Co 5, 14-15).
María vive esta experiencia del amor de su Maestro, que la libera en la mañana de Pascua, la descentra de sí misma y la envía a anunciar a los apóstoles que aquel a quien ama está vivo. Se convierte así en la “Apóstol de los Apóstoles”, como la llamó el Papa Francisco al elevar su memoria litúrgica al rango de fiesta.
Santa María Eugenia de Jesús, en su búsqueda de la verdad y la auténtica felicidad, vivió una experiencia similar al ser tocada por la Palabra de Dios predicada en 1836 por el padre Lacordaire en Notre-Dame de París. Le escribió: «Vuestra palabra respondía a todos mis pensamientos…, completaba mi comprensión de las cosas…, me daba una nueva generosidad, una fe que ya nada podría hacer vacilar…, estaba realmente convertida». (https://assumpta.org/fr/sainte-marie-eugenie/sa-vie)
Desde ese momento, santa María Eugenia vivió animada por un profundo deseo de entregarse a Dios en la Iglesia.
Nosotras, mujeres que anunciamos hoy el Evangelio, vivimos la misma experiencia de ser encontradas por Jesús en nuestra sed del Dios-Amor. Él nos atrae, nos fascina y libera nuestros corazones, para que podamos entregarnos plenamente a Él y a la causa de su Reino.
Hna. Christine Turabamariya
Provincia de Ruanda-Tchad