Rezando frente a un manzano cargado de fruta nueva, que en esta temporada sería la segunda cosecha y no por ello menos abundante, daba gracias a Dios por estos 25 años de consagración.
Doy gracias a Dios, por tanta vida compartida en cada comunidad y pueblo en los que he estado, por tantas bendiciones que hacen que haga eco en mi la promesa de Dios a Abraham ¡te bendeciré y serás bendición! Y entonces, el silencio agradecido me habita... y la mariposa que habla de transformación revolotea entre las flores que expresan belleza y plenitud.
Tiempo del Espíritu que impulsa y recrea, una nueva etapa se abre ante mi, camino y horizonte, acompañada por mi comunidad y congregación, por mi familia.
Este video es un pequeño resumen de lo que vivimos en la celebración. Cuento con su oración para seguir siendo la mujer de Dios que se entrega cada día “por amor” a vivir el misterio de la Encarnación.
Silvia María Oseguera Navarro