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18 de octubre de 2020. Jornada Mundial de las Misiones

Lectura de la Carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (1,1-5ª)La Liturgia de la Palabra en la segunda lectura nos presenta un fragmento de la carta de Pablo a los cristianos de Tesalónica. Esta epístola del Apóstol está fechada en el año 51; Tesalónica fue la ciudad en la que Pablo fundó esta comunidad después de ser expulsado de Filipos y antes de partir a Atenas y a Corinto. El mensaje del Evangelio prende rápidamente en esta ciudad en un grupo de temerosos de Dios, mujeres de la alta sociedad y un gran número de griegos. Estamos al comienzo de la carta, en el saludo. Y lo que primero llama la atención es que las palabras de Pablo destilan aprecio y cariño. No solo de Pablo sino también de sus dos compañeros, Silvano y Timoteo, a todos los miembros de esta comunidad. En el saludo vemos a todos los protagonistas de la asamblea: a los misioneros, a los destinatarios, a Dios Padre y a su Hijo Jesucristo. La Gracia y la Paz son dones de Dios. Estos dones resaltan la elección por parte de Dios hacia la comunidad de Tesalónica. La comunidad responde aceptando, y llevando a la fe vivida, la elección del Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo predicado por Pablo y compañeros. La Gracia en las cartas de san Pablo es muy importante porque él mismo recibió la gracia de Dios y se convirtió (1 Cor 15,10). De perseguidor, por la acción de la gracia, se convirtió en mensajero de la Buena Noticia. La gracia también ha obrado la conversión en los tesalonicenses y esto es motivo de agradecimiento en Pablo y compañeros. Los cristianos de Tesalónica eran objeto de las oraciones de los misioneros encabezados por Pablo. La conversión de esta comunidad tuvo consecuencias en la práctica de la caridad, en la paciencia de la esperanza y en la confianza en el poder del Espíritu Santo.

Esta lectura nos puede ayudar a rezar por los misioneros, esos hombres y mujeres que contando con la gracia de Dios se han puesto en camino y han viajado hasta los confines de la tierra para llevar el Evangelio. Hoy, en este tercer domingo de octubre, la Iglesia celebra en todo el mundo el DOMUND. Hoy todos los cristianos podemos apoyar a estos hermanos nuestros que están entregando sus vidas al Reino de Dios en tierras de misión. Que la oración por tantos no se aparte hoy de nuestra alabanza y petición delante de Dios que cuenta con cada uno de nosotros para extender su Palabra.

Retomando la lectura vemos como se subraya la firme y tenaz esperanza de esta comunidad. Una comunidad que no fue ajena a las persecuciones pero que no abandonaron su fe. Una comunidad que en la práctica de las tres virtudes teologales están reconociendo y poniendo delante de los cristianos que el Evangelio tiene dentro de sí mismo un gran dinamismo. Pablo, Silvano y Timoteo también fueron misioneros, no se proclamaron a ellos mismos, tampoco lo hicieron para agradar a los hombres sino a Dios (1Tes 2,4). No les impusieron la fe. La semilla del Evangelio fructífero en ellos con tal arraigue que ellos a su vez fueron evangelizadores de los pueblos vecinos de Acaya y Macedonia, y más tarde fueron a Corinto con Timoteo (1 Tes 3,6).

Que en estos tiempos que son los nuestros, los que como herederos de Santa María Eugenia estamos invitados a amar no perdamos la esperanza. Como bautizados y hoy domingo del DOMUND contribúyanos, desde la misión que cada uno hemos recibido, a ser testigos de la buena y gran noticia que es creer en el Hijo de Dios, en Jesucristo. Cada uno de nosotros puede responder a la invitación de Jesús “Aquí estoy, envíame”.

Ana Alonso, r.a. Asunción León.