El 9 de noviembre marca una fecha de gran significado para la Congregación, un día especial para recordar el aniversario de la primera Eucaristía celebrada en la capilla de la Asunción. Este evento no solo es un recuerdo de aquel momento histórico, sino también una invitación a reflexionar sobre lo que significa vivir bajo la protección del Señor. Como nos recuerda Madre María Eugenia en su carta, este es un momento para "morar en la casa de Dios" con una inmensa alegría y gratitud.
"Hoy voy a hospedarme en tu casa", son las palabras que Jesús le dijo a Zaqueo. Este versículo refleja la cercanía de Dios, que se hace presente en cada espacio donde se le invita. Al igual que Zaqueo, que recibió con gozo a Jesús en su casa, nosotras, al vivir bajo la protección del Señor, deberíamos experimentar la misma alegría. Madre María Eugenia nos invita a preguntarnos: "Si hubiera tenido la dicha de ser recibida en Nazaret, de pasar una noche bajo el techo de esa bendita casa donde vivió el Señor, ¿no estaría llena de la conciencia de que Jesús estaba tan cerca de mí?"
Este aniversario nos llama a despertar nuestra fe y vivir este regalo con gratitud. Vivir en una casa donde habita el Señor no es solo una bendición; es una gracia inmensa que debemos valorar cada día. Como dice Madre María Eugenia: "Vivimos bajo el mismo techo que nuestro Maestro". Esta cercanía a Cristo debería llenarnos de alegría y motivarnos a ser sus fieles servidoras, rodeándolo con amor y obediencia.
Es importante también recordar el respeto y la devoción que debemos tener al entrar en la capilla, ese lugar sagrado donde el Señor está presente. La costumbre puede llevarnos a perder la reverencia que debemos tener, pero "debemos luchar constantemente contra la rutina" y renovar nuestro sentimiento de gratitud y respeto. Como nos enseña Madre María Eugenia: "La costumbre hace que ya no nos afecte lo suficiente. En un ambiente lleno de gracias como el nuestro, debemos estar siempre dispuestas a decirle a nuestro Señor: '¿Cómo es posible que Tú, el Señor de todas las cosas, te dignes habitar en la casa donde estoy?'"
Este aniversario no solo nos invita a recordar la primera Eucaristía celebrada en la Asunción, sino también a vivir con una fe renovada y un respeto profundo por la presencia de Dios en nuestra vida. Es un llamado a redescubrir el significado de vivir bajo su protección y a ser testigos de su amor y cercanía en todo lo que hacemos.
Hoy, al celebrar este aniversario, reflexionemos sobre la alegría de vivir cerca de Jesús, de compartir su presencia en la oración y en la vida cotidiana, y de estar siempre dispuestas a acogerlo con el corazón lleno de gratitud. Así, viviremos el verdadero espíritu de este aniversario, reconociendo cada día la gracia de estar bajo la protección del Señor.
Los textos entrecomillados pertenecen al capítulo de Madre María Eugenia en el Aniversario de la primera misa celebrada en la Asunción. 18-11-1888. Leerlo en este enlace. Seguir leyendo
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Estamos en Auteuil, en el oratorio de la Comunidad General de las Religiosas de la Asunción, frente a un sagrario importante para nuestra historia. De hecho, es el sagrario de la primera eucaristía celebrada en una comunidad de Religiosas de la Asunción. Era el 9 de noviembre de 1839. La pequeña comunidad, formada entonces por cuatro jóvenes, después de haber pasado el verano fuera de París, se había instalado durante algunas semanas, en la rue de Vaugirard, en un apartamento que donde el Sr. de Lamennais había vivido antes que las hermanas. Una carta de María Eugenia a Joséphine de Commarque (Hermana Marie-Thérèse) da testimonio de su profundo deseo de sentir la presencia del Señor. Escribe: "A nuestro regreso a París, si tenemos la suerte de encontrar una casa adecuada, podremos tener una capilla en casa. Nos lo han prometido, y Dios no lo rechazará en nuestras oraciones; sin embargo, si esta alegría se retrasara más, el Señor nos compensaría, espero, haciéndose al menos dueño de nuestro corazón y de todos nuestros deseos." (ME, Carta a María Teresa, n°1184, 27 de agosto de 1839) Esperanza y sabiduría. El Señor quiso hacerse presente y María Eugenia nos dice: "El 9 de noviembre se celebró la primera misa y desde ese día tuvimos la alegría de tener a Señor entre nosotras.” (Recuerdos de la fundación, n°1505) El relato de los Orígenes muestra la emoción de ese día. Mucho más tarde, en 1888, María Eugenia, en un capítulo fechado el 18 de noviembre, recuerda este día: "Madre Teresa - Emmanuel y yo habíamos preparado el primer sagrario, el primer altar, ¡esta primera capilla! ¡Capilla pobre y sencilla, es verdad, pero nos pareció muy hermosa entonces, porque la habíamos decorado lo mejor que podíamos y con todo nuestro amor!” Pobreza y amor. En el mismo capítulo, habla de Zaqueo y de su gran deseo de ver, de conocer a Jesús, de la alegría de acogerlo en su casa... ¡Invita a las hermanas a experimentar una gran alegría al pensar que "el Señor se digna venir a vivir en nuestras casas"! Las llama a despertar su fe y a estar siempre agradecidas por la llamada recibida a vivir en la casa de Dios, a vivir bajo el mismo techo que el Señor. Fe y alegría. “A este sentimiento de amor más vivo y ardiente, dice, hay que añadirle el respeto.” Esta primera Eucaristía nos recuerda también que nuestra vida, como dice Santa María Eugenia, puede ser "una misa continua" (ME, Instr. 26 de marzo de 1876), un don alegre y vivo para el Señor. Todo en nosotras puede adorar a quien se hace presente en cada momento.