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Y comienza el CAMINO... ¡NOS REUNIMOS para PERMANECER EN ÉL! '
La vida es siempre un gran viaje que nos llama constantemente a salir de nosotros mismos para seguir el deseo que nos impulsa. Nuestro viaje a la tierra de M. María Eugenia puede haber tenido diferentes significados, rostros e historias, pero todo es un proceso de aprendizaje y crecimiento. Es un proceso de llegar a conocer nuestro deseo más profundo de poder estar con el resto de las participantes del 'Tercer Año' y las hermanas aquí en la Casa Madre. Cada una de nosotras recibió una calurosa bienvenida por parte de las hermanas: un viaje seguro desde el aeropuerto hasta la santuario de M. María Eugenia, a la capilla y a nuestras habitaciones. Nos emocionó ver cómo las hermanas nos hacían sentir tan especiales.
Nuestra semana comenzó con una liturgia de apertura sencilla, sin embargo, hermosa. A continuación, se nos pidió que escribiéramos, en una hoja de papel, la gracia que nos gustaría recibir durante la sesión. Un acto simbólico de colocar el deseo de cada una de nosotras -procedente de la única fuente- en la rama de un árbol donde las esperanzas de todas estaban íntimamente entrelazadas. Un buen recordatorio de que no podemos permanecer en Cristo al margen de Su Palabra: debemos estar conectados a Él y a Su creación.
El mensaje de apertura de la Hna. Rekha estuvo lleno de gracias y bendiciones. Se nos "animaba a entrar en el ritmo de la escucha atenta para que podamos ser transformadas y convertirnos en Buena Noticia para nuestras provincias".
Después de los aspectos prácticos sobre cómo utilizar los micrófonos, y una introducción al programa de lo que vamos a vivir durante los próximos tres meses, volvimos a visitar las historias de las zonas significativas del Jardín, la Capilla, y recorrimos toda la casa. Revivir la historia de las hermanas, que han caminado y rezado por los pasillos y jardines de la Casa Madre, unió nuestro camino de fe con el suyo, mientras pensábamos en todos los que nos seguirán.
La sesión de tres días de la Hna. Rekha sobre el “Evangelio de Juan” nos ayudó a intensificar nuestro encuentro con Jesús. La mayoría de nosotras tuvimos una experiencia que nos cambió la vida y nos condujo a un conocimiento y amor más profundos de Jesús. La teología de Juan acerca de la misión nos hizo conscientes de la "migración de Dios" desde los cielos, y del cambio que tenemos que hacer para seguir disfrutando de su presencia en cada una de nosotras y permanecer en su amor.
La sesión de la hermana Marthe acerca de "Construir Comunidad" nos llevó al terreno del crecimiento para comprender mejor lo que significa "soltar" lo que sea que nos impide confiar plenamente en el amor de Dios. Nuestro compartir nos ayudó a desprendernos, a rendirnos y a darnos cuenta de las señales que nos harán mejores miembros de nuestras comunidades.
Fue un día de diversión y de conocimiento, en el que descubrimos la belleza del corazón de unas y otras llenas de amor y la pasión por Dios. Verdaderamente, estamos entrelazadas y conectadas unas con otras por nuestro deseo de hacer de nuestras comunidades "una morada de Dios”. Nuestra vida está anclada en nuestra relación con Dios, y cada día construimos historias genuinas sobre nuestro encuentro diario con Él. La hermana Mary Cecilia nos dio espacio para el silencio, que nos ayudó a descansar en una fe más profunda. Cada una de nosotras está sostenida por algo más grande que nosotras mismas. Su charla sobre "Introducción a la experiencia religiosa" nos permitió descubrir un Amor Divino en todas nuestras experiencias, especialmente en los momentos de dificultad.
De pie en el "portal de la vida", nos preguntamos: "¿Quién soy yo?" en este momento de mi camino. Gracias a la hermana Anne Descour por guiarnos a afrontar nuestras emociones en las diferentes realidades de nuestra vida. Cuando nos preguntamos "¿Quién soy Yo?" es siempre en relación con el otro. Exploramos los ciclos de reacciones efectivas y no efectivas. Nos dio ejemplos de nuestras emociones primarias, descritas como el perseguidor y el retractor, que interactúan como pareja en una danza. Fue realmente maravilloso escuchar su genuino entusiasmo y aliento por lo que está sucediendo en nuestra vida, con nuestra comunidad y apostolado. A medida que avanzamos y crecemos en nuestra vida religiosa, debemos aprender y abrazar la vida y vivirla plenamente. Debemos esforzarnos por descubrir cómo bailar unas con otras en comunidad, haciendo todo lo posible por no pisarnos los pies entre nosotras. Cada interacción es vista como una oportunidad para aprender una nueva danza y perfeccionarla. Permaneciendo en Dios, tenemos el poder de amar y permanecer más en El.
¡Estamos agradecidos a Sor Irene, a Sor Marta y a todos los traductores por hacernos ir más allá de las barreras y celebrar el don de nuestra vocación!