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Original Español
Somos 10 hermanas de 7 nacionalidades y de 3 continentes diferentes que hace aproximadamente cuatro semanas iniciamos este camino de volver a las fuentes de nuestro ser Religiosas de la Asunción en un contexto mundial desafiante e incierto pero lleno de gestos de vida y esperanza. Profundizamos los tres pilares que atraviesan toda nuestra vida: la oración, la comunidad y la misión. En esta aventura de sumergirnos en la herencia recibida nos acompañaron documentos de la congregación y el testimonio compartido de nuestras hermanas. Para nosotras fue la oportunidad de renovar, alimentar y madurar nuestro SI para toda la vida al servicio del Reino en nuestro mundo de hoy.
Volver a las fuentes de nuestra vida de oración
La Hermana Benedicte nos inspiró mucho al hablar sobre la oración a partir de su experiencia de más de 50 años en la Asunción e hizo un vinculo con los textos de Santa Maria Eugenia, con la Biblia, con el Papa Francisco y algunos santos de la iglesia. Recordamos que la oración es un retorno de la humanidad a Dios porque no somos nosotros quienes buscamos a Dios, sino que es Él quien nos llama y nos espera. La oración es un encuentro cara a cara con Dios, un diálogo donde traemos nuestras vidas, las de nuestros hermanos y hermanas y nuestra realidad.
La oración ocupa una parte importante de nuestra vida porque somos "adoradoras y cuidadoras de los derechos de Dios", como bien lo dice Santa Maria Eugenia en muchos de sus capítulos. Tenemos diferentes momentos de oración durante el día: la oración personal, la liturgia de las horas, la adoración del Santísimo Sacramento y la Eucaristia. Nuestra vida de oración nos lleva a tener una mirada contemplativa y positiva del mundo y de los eventos del día. Es la oración la que nos anima a vivir juntas y dar lo mejor de nosotros en la misión, "nos hace contemplativas en la acción".
Volver a las fuentes de nuestra vida de comunidad
En esta reflexión nos acompañó nuestra hermana Marthe del consejo general quien, en su intervención, citando el capítulo de nuestra regla de vida, hizo énfasis en que la vida comunitaria es un don de Dios y que es en torno a Él que nos reunimos y nos renovamos cada día en el amor que nos hermana. Cada una de nosotras pudimos expresar con sencillez lo que nos han aportado nuestras diferentes experiencias comunitarias y manifestar la alegría de vivir juntas; siendo conscientes de nuestras fragilidades y fortalezas nos sentimos llamadas a “animarnos mutuamente en el camino de construir comunidades internacionales, interculturales e intergeneracionales, porque el amor de Aquel que nos une es más fuerte que lo que nos separa.”[1]
Volver a las fuentes de nuestra vida de misión
Marthe nos recordó que fuimos fundadas a partir de un deseo de transformación de la sociedad por medio del Evangelio y que ese es el fin de nuestra acción eduactiva. Toda nuestra vida es una misión, la primera misión que tenemos es la de Amar Jesuscristo, y es ese amor el que nos inspira para entregar la vida por el reino; llevando la buena noticia.
Pudimos compartir nuestras experiencias de misión desde las luces, sombras y desafíos del mundo de hoy. Gracias a este compartir constatamos que somos enviadas por la comunidad con la misión que la Iglesia nos ha confiado: “dedicar toda nuestra vida a dar a conocer y hacer amar a Jesucristo y asi extender su Reino.”[2]
Regresar a las fuentes de nuestro ser y actuar como Religosas de la Asunción, es un motivo de alegría y acción de gracias por la herencia que hemos recibido de nuestras hermanas mayores y por su fidelidad y entrega al proyecto de Dios. Para nosotras hermanas jóvenes que nos preparamos a la entrega definitiva es también una llamada para unificar estas tres dimensiones de nuestra vida sabiendo que ellas tienen la misma importancia ya que es gracias a nuestra escucha de Dios en la oración que podemos construir relaciones autenticas en la comunidad y ser testimonio de comunión en medio del mundo que nos rodea.
Andreia Marques Barbosa, Brazil, Provincia Atlántico Sur
Ingrid Pojoy, Guatemala, Provincia Centroamérica y Cuba
[1] Cfr. Prólogo y N. 55. Regla de Vida de las Religiosas de la Asunción
[2] Cfr. Prólogo Regla de Vida de las Religiosas de la Asunción
Original Francés
Los consejos evangélicos son un camino de libertad. Una elección libre y personal, una promesa de dedicarse a Dios, de seguir a Cristo conformándose a Él tanto como sea posible.
La hermana Katrin Goris nos presentó el voto de castidad como una danza que exige disciplina del cuerpo, una ascesis que se elige, un camino de felicidad y liberación. Dios llama a una felicidad profunda y una alegría que es un don que nos sobrepasa. Nuestra vida es una bienaventuranza. Estamos llamadas a ser creativas, transparentes en la vivencia de los votos. Nos hizo ver la importancia de la castidad señalándonos que está colocada en primer lugar en la Regla de Vida, de ahí la necesidad de amar toda la vida.
Fuimos invitadas a volver a nuestras raíces porque nuestra historia personal nos une a nuestra forma de vivir este amor. La castidad es un campo muy vasto, no es sólo la continencia, sino que se despliega para convertirse en una misión para el Reino.
A través del voto de castidad experimentamos la entrega como Cristo se entrega por amor a nosotras cada día en la Eucaristía.
La pobreza es una orientación fundamental de nuestras vidas. Estamos llamadas a entrar en el mismo abajamiento de Cristo, que vivió una vida humana pobre, en solidaridad con los más necesitados, con los excluidos. Jesús se hizo servidor de todos. La pobreza de Cristo es una afirmación de su libertad, y nuestra vida de pobreza es una invitación a entrar en esta libertad con respecto al mundo. El voto de pobreza es un don recibido y acogido y lo vivimos en comunidad, por amor. El desprendimiento de las cosas es esta capacidad de recibir y compartir con los necesitados. Reconciliarnos con la naturaleza, con nuestra casa común, mantenerla y protegerla es también una forma de vivir nuestro voto de pobreza.
La obediencia es la disponibilidad a lo que se nos puede pedir como un servicio, como una misión. Se trata de tener un corazón abierto hacia el futuro. Requiere una escucha atenta de sí misma y de los demás, para discernir mejor las llamadas de Dios en mi vida. Uno aprende a perder el control, a ser desinstalada por el Señor para hacer su voluntad. El que obedece no se equivoca, realiza la obra de Dios en la caridad y el amor.
Sr. Octavie Tokasa (África central) y Beatrice Tapsoba (África occidental)
Original en Francés
El prólogo de nuestra Regla de Vida, presentado por la Hna. Sandra, nos introdujo en el tema de la consagración que vivimos a lo largo de la semana en sus diferentes aspectos: la Alianza y los consejos evangélicos.
Nos recordó a modo de definición que el prólogo es como una carta de presentación para las religiosas de la Asunción, porque en él encontramos la espiritualidad, la teología y la visión de la vida en la Asunción. También es como una fuente de la que cada uno puede ir para saciar su sed a través de los diferentes temas. Nuestras primeras hermanas han recorrido un largo camino para dejarnos esta herencia que es la Regla de Vida y que expresa el espíritu de la Asunción.
Con la Madre María Eugenia contemplamos el misterio de la Trinidad, Dios en su omnipotencia se encarna en nuestra humanidad para darle paz y salvación. Nuestro carisma y nuestra espiritualidad nos llaman a amar a la Iglesia, a amar nuestro tiempo y nuestra cultura Asunción. Hacer de nuestra vida una eucaristía para nuestros hermanos y hermanas a los que el Señor nos envía a evangelizar, como testigos de su amor.
La Hermana Carmen Escribano nos permitió ir a la fuente de las Sagradas Escrituras para redescubrir la eterna alianza de amor de Dios con su pueblo, comenzando con los patriarcas, los profetas y terminando con la nueva alianza. En la alianza siempre hay un signo que lo acompaña, el pacto entre Dios y Noé el signo era el Arco Iris, a Abraham Dios le prometió una tierra y descendencia, al pueblo de Israel las tablas de los mandamientos o el Decálogo.
Con el profeta Oseas la palabra "te desposaré en mí para siempre" es un pacto eterno en la justicia y en el derecho, en la misericordia y en la ternura. Es un don de Dios a su pueblo, un don gratuito de su amor. Con el profeta Jeremías, será una alianza grabada en sus corazones, una adhesión interior a Dios , ya no habrá necesidad de signos externos, el signo está en el interior.
Juan el Bautista es la bisagra entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, Jesús la Nueva Alianza entre Dios y el hombre se ofrece cada día en la Eucaristía para sellar la alianza eterna entre su Padre y los hombres, se da a sí mismo a nosotras como alimento. Estamos llamadas a entregarnos nosotras mismas y a acoger la obra de Cristo en nosotras.
El Sermón de la Montaña es el código de la Nueva Alianza, Jesús nos devuelve a la sencillez para que podamos ser testigos de su amor a todas las naciones.
Original: Inglés
Esta intervención sobre la historia de nuestra congregación fue presentada por la hermana Veronique, la archivista de la Congregación. Yo estuve muy impresionada por lo que ella compartió durante estos tres días.
Y mirando los humildes comienzos de nuestra congregación, yo comprendo la parábola del grano de mostaza en el Evangelio. El proceso de desarrollo de inicios modestos de un sueño que se convierte en un Instituto.
Los comienzos de nuestra congregación fueron muy exigentes para nuestras primeras madres. Atravesaron montañas y valles. La congregación nació del sacrificio, el desprendimiento gozoso, la oración y el discernimiento, el amor y el celo por el Reino de Dios y por la Iglesia. Santa María Eugenia colaboró con la gracia de Dios que la acompañaba y con la Madre Teresa Emmanuel. La Congregación comenzó como una comunidad, lo que indica que no hay provincia sin comunidad y no hay congregación sin provincia. Esto significa que si tienes buenas comunidades, tienes una buena congregación.
El carácter fuerte y la determinación de las hijas de Santa María Eugenia serán visibles durante y después de la expulsión de Francia a principios del siglo XX. Las hermanas se esforzaron por asegurar la continuidad de la Congregación. Gracias a los laicos que Dios envió para cooperar con nuestras hermanas, la congregación continuó existiendo. Que la luz perpetua de Dios brille sobre ellos. Son parte de nuestra historia.
Mientras aprendo de los desafíos de la fundación de nuestra congregación, entiendo profundamente que los desafíos están destinados a fortalecernos, no a quebrarnos. Sólo tenemos que pasar por ellos a salvo con Dios, de lo contrario estamos derribadas si confiamos solo en nuestra propia fuerza. Cada una a su vez contribuye al crecimiento de nuestra congregación. Cada una debe participar plenamente, con paciencia y discernimiento, en el bien común y la extensión del Reino de Dios. Santa María Eugenia dice: "todas somos piedras de fundación".
El poder de la relectura
La relectura es una de las herramientas importantes para el crecimiento porque nos ayuda a ver cómo Dios trabaja en nuestra historia sagrada. La relectura da frutos con la oración y la sinceridad.
Madre María Eugenia estaba abierta a la Divina Providencia. Ella confiaba totalmente en Dios: ésta era la fuente de su esperanza. Ella entregó toda su persona a la realización del plan de Dios, junto con Thérèse Emmanuel que formó varias generaciones en el noviciado y que participó activamente en la transmisión del carisma de la congregación.
La unidad de los miembros de la comunidad, el vínculo que las unía, salvaguardó la existencia y la unidad de nuestra congregación durante los momentos más frágiles de su crecimiento.
Es conmovedor comprender cómo Madre María Eugenia se mantuvo firme en la defensa del objetivo de nuestra institución. Era ardiente, por lo tanto inquebrantable. Agradecemos a Dios por nuestra congregación y por todo el proceso de nuestro crecimiento. Me sentí desafiada cuando la Hna. Verónica señaló que es el turno de la generación del Vaticano II y las que le siguen para realizar y transmitir nuestro carisma. Que Dios nos guíe e ilumine nuestros caminos para ser verdaderas hijas de la Madre María Eugenia.
Santa María Eugenia, ruega por nosotros.
Sr Elizabeth KILUNGU (Afrique de l’Est)
Original : francés
El anuncio del confinamiento alteró de manera particular la sesión de las jóvenes hermanas que debía tener lugar de mediados de marzo a mediados de junio de 2020. Este encuentro inicialmente fue suspendido y luego cancelado en su forma original. Las hermanas que iban a venir cancelaron su vuelo en el último momento. Algunas tuvieron que regresar y otras ni siquiera pudieron salir de sus comunidades...
No obstante, Beatrice (Burkina-Faso), Octavie (Congo), Elizabeth (Kenya) habían llegado a Francia unas horas o días antes del confinamiento. Ingrid (Guatemala) y Andreia (Brasil) ya tenían algunos meses en Francia , Théonisa (Francia) en su comunidad de Bondy.
Esta situación incierta nos hizo tomar poco a poco un camino diferente. El Consejo General pensó crear una sesión adaptada con las hermanas presentes en Francia. Comenzamos a vivir una primera etapa estando cada una en nuestros lugares de confinamiento. Las reuniones por Skype y el trabajo personal marcaron esta primera etapa.
El anuncio del desconfinamiento progresivo en Francia abrió una posibilidad. Llegamos a la Casa Madre de Auteuil el 13 de mayo y hemos comenzado la segunda etapa de esta sesión, algunas de nosotras de manera presencial y otros virtualmente (Zoom). Sí, poco a poco se abrió un horizonte. Estamos conectadas con Marie-Rose, Celine y Christine (hermanas de Ruanda) y Marie-José (de África Occidental) y Beatrice e Ingrid (en Burdeos). ¡Esperamos que estas últimas puedan unirse a nosotras el domingo 17 de mayo!
Los caminos de Dios no son los que habíamos pensado, sin embargo, pedimos la gracia al Señor para preparar nuestros corazones en la perspectiva de una vida enteramente dada pero también enteramente recibida de Él, unida a la realidad de nuestro mundo, unida a todos aquellos que buscan una nueva forma de vivir bajo la guía de Laudato Si.
Vivimos también está experiencia en comunión con nuestras hermanas que no pudieron unirse a nosotras. Juntas, nos sumergimos en un “VOLVER A FUENTE... AL SERVICIO DE LA VIDA” (Capítulo General 2018), el tema de nuestra sesión, ¡para descubrir el don de Dios y responder a su Amor con “tanta plenitud como sea posible”!
Theonisa
Auteuil, 16 de mayo de 2020