Rwanda Provincia del Chad
"Sed fuertes y valientes todos los que esperáis en el Señor" Sal 30:25.
Mientras el Papa acababa de exhortar a vivir la Cuaresma como un tiempo favorable, diversos mensajes íban llegando, anunciando una catástrofe: el coronavirus se extendía por el planeta. El 14 de marzo de 2020 en Rwanda, y el 19 de marzo de 2020 en el Chad, se anunciaban oficialmente los primeros casos de personas contagiadas por el coronavirus. Desde entonces, se han tomado medidas para limitar la propagación del virus. Nuestras escuelas, centros de recepción y formación y otros lugares donde realizamos actividades pastorales se han cerrado.Ya no hay más servicios fuera de nuestras vallas y por el momento no es posible continuar con nuestras misiones por Internet. Se trata de un confinamiento total, salvo algunas excepciones para emergencias. La policía lo vigila estrictamente. Sólo nuestras hermanas de la comunidad de Rwankuba, que tienen como misión cuidar a los enfermos, ven intensificarse su trabajo día a día. En Gikondo, las hermanas cerraron un día la panadería; a petición de mucha gente, la reabrieron y tomaron medidas para alojar a la mitad de los trabajadores.
La crisis sanitaria por la que está pasando el mundo nos concierne a todos. Somos más sensibles a lo que sucede en casa y en otros lugares, mientras elevamos nuestras oraciones al Maestro de todo como una llamada que nos interpela. La novena a Santa María Eugenia que nos propuso la Superiora General, las llamadas del Papa y de nuestros pastores locales y tantas otras iniciativas tomadas por nuestras comunidades (la adoración durante todo el día, el rosario...) lo concretan. La fecha del 27 de marzo fue para nosotras un día de intensa oración en comunión con el Santo Padre. Tuvimos una fuerte experiencia espiritual que nos sacó del miedo y renovó nuestra forma de vivir nuestra intercesión por el mundo. El confinamiento nos aporta un cambio en nuestro estilo de vida y una nueva forma de vivir en nuestras casas: oración prolongada, diferentes actividades manuales, una nueva disposición de nuestros lugares de encuentro para respetar la distancia ordenada. Nuestras hermanas en Chad nos lo cuentan: Pueden imaginar que esto también nos ayuda a llevar positivamente el calor que los chadianos esperaban como arma de combate ya que, se dice, que este virus no sobrevive por encima de los 26°C y aquí la temperatura osxila entre los 30° y 35°C. ¿No es una amenaza convertida en oportunidad? De hecho, el pánico ante la covid 19 se ha aliviado y el confinamiento, incluso si se vigila muy de cerca, sólo asusta a la gente de manera razonable. Muchas personas nos cuentan que han encontrado tiempo para recuperarse físicamente y liberarse del estrés del trabajo; las familias tienen la experiencia poco común de pasar el día juntos; los padres descubren la alegría de estar en casa y esto es felicidad para los niños.
El Estado nos recuerda continuamente las medidas de protección. La Iglesia colabora en esto y nuestros pastores, con creatividad, encuentran maneras de estar cerca de los fieles: las misas y otras prácticas de piedad se transmiten en muchas emisoras de radio y canales de televisión así como en youtube para que los fieles puedan seguirlas desde sus casas. En Chad, las campanas de las iglesias suenan a las 5 de la mañana para recordar a los cristianos que permanezcan en comunión con la Iglesia con la oración en familia. Estamos en comunión con todos los fieles privados de la celebración presencial en asamblea y damos gracias a Dios por nuestras dos comunidades en el Chad y las comunidades de Rwaza y Rwankuba que, teniendo la misa diaria, nos llevan y representan allí. En nuestros dos países, el confinamiento ha sumido a tanta gente en una gran pobreza. A petición de la autoridad local, de Cáritas, y por iniciativa del pueblo, se intensifican los gestos de solidaridad para acudir en ayuda de los necesitados. Estamos haciendo algunos sacrificios para responder a este urgente llamamiento. La población, aunque angustiada y confusa, se compromete generosamente con estos actos de solidaridad y muchos se sumergen con fe en una confiada oración para que Dios nos libre de la pandemia del coronavirus.
Continuamente se presentan nuevos casos de personas con el coronavirus y los servicios médicos les tratan; afortunadamente no hay muertes todavía y algunos se están recuperando. El número de portadores de coronavirus ha llegado a ciento dieciocho en Rwanda y a diez en el Chad. Seguimos con nuestra oración de intercesión por el mundo y vivimos esta Semana Santa en intensa oración como una forma de acompañar al Señor herido en la humanidad que sufre de diferentes maneras a causa del coronavirus. Sí, esta Cuaresma ha sido un tiempo favorable, un tiempo de intensa oración, ayuno y compartir, de desierto más de lo que normalmente se experimentaba. Un momento favorable para recuperar la conciencia de ser criaturas, pobres y frágiles, de que Dios está por encima de todo y para crecer en la confianza en Él.
Feliz Pascua a todos, a la Hna. Marie Rose y a la Comisión de Comunicaciones.