¡Nuestra Fiesta anual del Barrio se ha consolidado como una hermosa tradición de primavera! Este fin de semana, nuestro pequeño rincón del mundo se llenó de risas, conversaciones, música y el delicioso aroma de la comida compartida. Familias, amistades y vecinos—tanto nuevos como de toda la vida—nos reunimos para celebrar la comunidad vibrante, diversa y multigeneracional que hemos construido.
Los niños jugaron con entusiasmo, las personas mayores descansaban plácidamente en sus sillas, y muchas de nosotras íbamos de grupo en grupo, descubriendo historias comunes, intereses compartidos y muchas sonrisas. Desde bailes y cantos hasta juegos improvisados con los más pequeños (¡un agradecimiento especial a la nieta del manitas Mark por su energía contagiosa!), la jornada estuvo repleta de calidez y conexión.
Nuestro más sincero agradecimiento al maravilloso comité organizador, que fue puerta por puerta invitando a cada familia. Gracias a su entrega, logramos crear algo verdaderamente especial.
Nosotras, las religiosas que vivimos en este vecindario, nos sentimos profundamente bendecidas de formar parte de este rico tejido de vidas. Apreciamos enormemente las amistades que hemos forjado y el espíritu compartido que llena nuestra calle.
Hasta el próximo año... ¡sigamos cultivando el amor entre vecinos!