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Trésors d'Archives n°12 - En memoria de la Madre Marie Catherine del Niño Jesús, Amélie Doumet (1852 – 1921) (2)

T eventViernes, 29 Marzo 2024

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En los Archivos hay muchos recuerdos de las Superioras Generales. En la primavera de 2022, celebramos el centenario de la elección de la Madre Marie Joanna. Fue elegida “por correspondencia”, después de un triste episodio en la historia de la Congregación. En efecto, después de la muerte de la Madre Marie Célestine, en agosto de 1921, el Capítulo General reunido en Val Notre Dame había elegido a la Madre Marie Catherine para sucederla como Superiora General. A esta última se la llevó una devastadora enfermedad, apenas tres meses después de su elección. En Roma, tierra de los Papas y corazón de la Iglesia, descansa por la eternidad. Numerosos textos han sido escritos por las hermanas para conmemorar esta gran figura de la Congregación. Así recogió Sor Camille Stanislas los recuerdos de Sor Imelda . A través de algunos extractos de este texto, que se puede encontrar íntegro en el sitio web de la Congregación, vamos a descubrir la personalidad de la Madre Marie Catherine.

La infancia y la vocación de Amélie Doumet

“Nacida en Cette en 1852, Amélie Doumet se crió en Nîmes en el Priorato de Saint-Sacrement... creció en medio del movimiento romano, de esta escuela ultramontana de la que el Padre d’Alzon era el alma viviente y activa. Se mantuvo invariablemente fiel a ella; pasó los últimos años de su educación en el internado de Auteuil; allí dio una hermosa manifestación de su asombrosa memoria, recitando los nombres y las fechas de todos los Papas desde San Pedro hasta Pío IX, para volver a recitarlos, a petición de su maestra de clase, desde Pío IX hasta San Pedro, con la misma facilidad (…) De regreso a su familia, Amélie parecía dispuesta a seguir el camino común cuando perdió a una pariente muy querida, que era al mismo tiempo una de las hijas más queridas de Nuestra Madre Fundadora. Fue la primera Madre Marie Catherine, una gran religiosa y un alma íntima y tiernamente unida a Nuestro Señor. A la hora de su muerte, Amélie, que entonces se encontraba en Nîmes, escuchó claramente en su corazón estas palabras: “Reemplazarás a tu tía en la Asunción”. Inmediatamente se rindió, y cuando pudo entrar en el noviciado el 11 de noviembre de 1871, no nos extrañó escuchar a Nuestra Madre decirle, al darle el gorrito: ‘’Sé una segunda Hermana Marie Catherine. No puedo desear nada mejor para la Congregación, para ti y para mí’”.

El apego de la familia de Amélie a la Asunción se hizo aún más fuerte cuando su hermano, el padre François Doumet, hizo profesión entre los religiosos de la Asunción y su madre, que había enviudado, ingresó en las Hermanitas de la Asunción.

Amor a la Iglesia y apego a los Sucesores de Pedro

Una de las grandes características de la Madre Marie Catherine es su amor por la Iglesia, en particular su apego a los Papas, que se hizo evidente desde su juventud, durante un viaje a Roma en la época del Concilio Vaticano I: “Amelie había hecho este primer viaje a Roma que quedó como el recuerdo más querido de su juventud. Durante el Concilio, la Iglesia se le apareció en toda su grandeza, y su entusiasmo por ella se desbordó. Le gustaba decirnos que, todos los días, lo importante era seguir al Papa en su paseo en coche. Al chófer se le daba esta única indicación: ‘’Sigue el coche del Papa’’, y luego donde se bajaba el Papa, nos bajábamos nosotras (...) El buen Pío IX se había fijado en esta joven emprendedora que encontraba por todas partes y la llamó “mi pequeña niña francesa’’. »

Gran influencia apostólica

“A los 29 años, fue superiora, primero por unos días, del Externado de París , que ella misma fundó, luego de Poitiers (…) En 1885, volvió al Externado y, todos los días, entre sus manos, esta casa se transformaba, al mismo tiempo que crecían y se multiplicaban las obras; los edificios se ampliaron, la capilla, dedicada a Nuestra Señora de la Salvación, se convirtió en la expresión radiante de su fe; los cursos para los niños de fuera, las conferencias dadas en la casa (…), los retiros para las Hijas de María y para las señoras extendieron la influencia de Nuestra Madre y su acción benéfica y sobrenatural. Estaba en la plenitud de su actividad y en todo el fulgor de sus maravillosos dones.»

Fidelidad a los compromisos de su vida religiosa

“Lo primero que llamaba la atención era la perfecta regularidad que la Madre Marie Catherine hacía vivir en su casa y de la que daba el primer ejemplo. Asumiendo o dirigiendo todos los cargos, ocupada al mismo tiempo de los asuntos de la Congregación, emprendiendo constantemente nuevas obras, la vimos exacta en todos los ejercicios de la Comunidad; cuando faltaba a un recreo, era una “catástrofe” y, para asegurar su oración de la tarde, la colocaba a primera hora, antes de visitas y asuntos, y, perturbada una, dos veces, tres veces, la veíamos regresar las mismas veces a Nuestro Señor, sacando de la oración esa paciencia y ese don de sí misma del que siempre fue el modelo perfecto. »

Bondad profunda y alentadora

“Así, parecía incluso más firme que buena; un trasfondo de timidez que sorprendía con sus dotes eminentes, un culto a la perfección que entonces parecía casi intransigente, todas estas causas y otras podían darle una apariencia de frialdad, de extrema reserva al menos, de la que se sentía cuando sólo se la conocía superficialmente. Pero, a medida que uno se le acercaba más, se quedaba conmovido y encantado con esa amabilidad profunda, eficaz, llena de atención y solicitud; una también se quedaba reconfortada y acrecentadas sus fuerzas y su ardor, por la sinceridad y generosidad con que animaba los esfuerzos; nadie supo como ella ponerse en el lugar del otro y sacar de cada alma, de cada inteligencia, el máximo rendimiento. ¡Cuánto respetaba y favorecía cualquier iniciativa buena! Dejaba plena libertad y, sin embargo, era el alma de cada acción individual, porque una estaba segura de encontrar en ella todo el entusiasmo y todo el apoyo. »

Asistente de Madre Marie Célestine y Ecónoma General en tiempos difíciles

En 1898, “la confianza de la Madre Marie Célestine, elegida Superiora General, mantuvo durante muchos años, a Madre Marie Catherine como Asistente General. Luego vinieron los terribles años de persecución y exilio. Nadie había luchado como ella, ninguna había tenido que sufrir como ella, y sin embargo, en esta hora cruel, todas recuerdan con qué valentía llena de esperanza organiza todas las cosas para salvar lo que se podía salvar. »

En efecto, la Madre Marie Catherine aseguró la resistencia en el momento de la incautación de la propiedad de Auteuil, asegurando los bienes y las hermanas. Sor Camille Stanislas continúa: “Durante estos años dolorosos, la Madre Marie Catherine vivió un poco en todas las casas, asistiendo a Nuestra Madre General y cargando con ella el peso de todos los asuntos y de todas las dificultades, y la Congregación sabe todo lo que debe a esta preciosa colaboración. En medio de tareas absorbentes y pesadas, pudo, sin embargo, ocuparse de dos obras que le eran muy queridas. Reunió en un pequeño volumen las instrucciones de nuestras fundadoras sobre la obra de la Asunción en relación a la enseñanza cristiana, y se ocupó de escribir la vida de Nuestra Madre Fundadora, resumiendo el hermoso libro de los orígenes que es un tesoro, pero que nuestras niñas y nuestros amigos no siempre tienen tiempo para leer. Después de la persecución vino la guerra; los primeros días de agosto de 1814 la encontramos en París; juzgó que su puesto de Asistente estaba cerca de su Superiora General, partió para Bélgica pero las comunicaciones se cortaron; cuando llegó al Val Notre Dame, el enemigo estaba en Lieja. Después de dos años terribles, salió con la Madre Marie Célestine para instalar el noviciado en un lugar más seguro, pasó el resto de la guerra en Francia, compartiendo las angustias y esperanzas del país. Luego vinieron las nuevas pruebas: después de la victoria y sus alegrías inmensas, fue la larga y dolorosa enfermedad y finalmente la santa muerte de nuestra Madre María Célestine.»

El 26 de septiembre de 1921, cuando fue elegida Superiora General, “las Capitulantes no sólo habían reconocido su gran inteligencia, su gran conocimiento de nuestra historia y nuestros asuntos; no sólo estaban reconociendo una deuda de gratitud y admiración; vieron en la Madre Marie Catherine del Niño Jesús, la encarnación viva de la Asunción…”

El último viaje a Roma

La Madre Marie Catherine quiso que su primer viaje fuera a Roma para agradecer al Papa la bendicion por su eleccion. Un agradable eco de su viaje juvenil: “Le encantaron las casas que pudo visitar en su camino: París, Bordighera, San Dalmazzo, Génova; en pocas horas se hizo querer y con ella la querida Asistente que había elegido, la Madre Marie Joanna, cuya ternura y cuidado filial se mostraron encantadores. Llegó a Roma el lunes 5 de diciembre; al día siguiente, habiendo luchado demasiado contra la enfermedad, tuvo que guardar cama como consecuencia de una bronconeumonía que inmediatamente pareció fatal. A partir del tercer día, se creyo necesario que recibiera la Extremaunción. Nuestra Madre estaba asombrada pero gozosa y agradecida; recibió el sacramento de la muerte creyéndose en plena vida, pero se reconocio su “serenidad, piedad y sencillez” (…) Durante esta enfermedad que iba agravándose, en medio de dolorosa asfixias, no dejaba de acoger cada cuidado, cada testimonio de cariño con una sonrisa deliciosa que era una luz. »

El 15 de diciembre de 1921 se durmió, sin turbación, después de recomendarnos permanecer fieles al espíritu de nuestras Madres, a las tradiciones de las Madres antiguas, al amor de Nuestro Señor en el Santísimo Sacramento, al amor de la Santísima Virgen, al oficio, al amor de la Iglesia, a la devoción al Papa, a la sumisión absoluta a todo lo que dice la Iglesia. Tenía 69 años y había entregado 50 años de su vida a la Asunción.

 

HNA. VÉRONIQUE THIÉBAUT

Archivista de la Congregación